El secreto de confesión es otro de los frentes abiertos por los enemigos de la Iglesia. Y no es cosa de poca importancia. El sacramento de la penitencia es vital para el seguimiento de Jesucristo. Porque si el hombre justo peca siete veces al día -siete significa muchas-, imagínense el resto, esto es, la mayoría. La confesión es la vuelta a la casa del Padre, que sale presuroso al encuentro del hijo pródigo.

Los seguidores de Satanás, y el propio diablo, no soportan tanta bondad y atacan al sacramento por su flanco más sensible, el secreto de confesión. Y para que la ofensiva tenga éxito, lo hacen poniendo sobre la mesa casos extremos, como hacen cuando quieren aprobar el aborto y la eutanasia.

Lo han hecho en Australia, donde los fiscales generales del gobierno federal y de los gobiernos estatales acordaron en noviembre de 2019 exigir a los sacerdotes violar el secreto de confesión en caso de que el culpable hubiera confesado su delito en el sacramento del perdón. Algunos estados, como Victoria, Australia del Sur, Tasmania y el Territorio de la Capital Australiana ya tienen leyes en vigor que obligan a los curas a romper el secreto de confesión, como adelantó Hispanidad.

En Europa ya ha habido casos. Recuerden el del sacerdote belga Alexander Stroobandt, condenado en 2018 por negligencia culpable, al no desvelar la intención suicida de un penitente que finalmente se quitó la vida.

Toda esta ofensiva se originó en 2017, tras el informe publicado por la Royal Commission, cuya tarea fue investigar acusaciones de abusos sexuales a menores. El informe contenía más de 100 recomendaciones, 12 de las cuales iban dirigidas a los obispos del país, que remitieron el documento al Vaticano. La respuesta de la Santa Sede, según Aciprensa, no deja lugar a dudas: el secreto de confesión es inviolable e incluye todos los pecados conocidos en la confesión, tanto del penitente como de otros. “Es la dureza y constante enseñanza de la Iglesia sobre la inviolabilidad del sigilo sacramental, como algo exigido por la naturaleza del mismo sacramento y así se deriva de la ley divina”, explicó el Vaticano.

Por cierto, una de las cuestiones planteadas por la Royal Commssion fue la posible relación entre el celibato y los abusos a menores. El Vaticano también fue muy claro en su respuesta: “Respecto a cualquier afirmación sobre un nexo entre el celibato y el abuso sexual, vasta evidencia demuestra que no existe una relación de causa-efecto. Tristemente, el espectro del abuso aparece en todos los sectores y tipos de sociedad, y se encuentra también en culturas donde el celibato es poco conocido o practicado”.