Hoy viernes 25 de octubre, la entidad del Vallés presidida por Josep Oliu ha presentado sus cuentas referidas al tercer trimestre del presente ejercicio. A pesar de que algunos colegas se obstinen en dar un cierto tono triunfalista al resultado obtenido por la entidad, 783 millones de euros (M€) de resultado neto (788M€ sin TSB), para mí sigue siendo un viernes de dolores por la forma en la que se llega a conformar este resultado y la situación general de la entidad, que puede acabar vendiendo hasta la camisa para poder mantener una situación que podría agravarse en próximas fechas según resulte el desenlace de la locura generada en el Reino Unido con el Brexit.

Vamos por partes y en orden. El margen de intereses continúa bajo mínimos con 2.712M€, que representan un 1,1% menos que en el 2018. Incluso sin el TSB, la variación ha sido del -0,5%. Creo que es uno de los bancos que más está acusando la prolongada situación de tipos bajos. El día que la economía permite alguna subida de tipos, veremos si es una cuestión estructural o no. Las comisiones salvan esta vez el margen básico (1.067M€), 89M€ más que en el pasado ejercicio, que es un 9% superior (+6,8% sin TSB). Esto empieza a tomar el color de que visto que los márgenes de clientes han pasado del 2,70% en el primer trimestre al 2,62% en el tercero, con visos a seguir la tendencia, parece que la medida a tomar es acabar con la ‘barra libre de comisiones’ actualmente vigente en la mayoría de las entidades.

El margen bruto cierra en 3.834M€ (-1,4%) ya que incluye unos deterioros de 47M€ por deuda subordinada de la Sareb; 88M€ por la titulación de una cartera de unos 1.000M€ de créditos al consumo; la aportación de 59M€ al FUR y -39M€ por algunos temas fiscales. Por fin, parece que se ve fondo en la contención de gastos con una reducción del 8,1% ya que se va finalizando la reestructuración del pozo sin fondo llamado TSB, si bien aún las amortizaciones han crecido en 76M€. El margen antes de dotaciones es de 1.467M€, un 3,6% superior al de 2018, pero hay que resaltar que es debido a la mejora del TSB respecto a la situación desastrosa de 2018. Sin el banco británico, el margen del Sabadell es de 1.426M€, un -6,8% respecto a 2018.

Y a partir de aquí empiezan los fuegos artificiales y nunca mejor dicho lo de artificiales, ya que en el pasado ejercicio se contabilizaron dotaciones extraordinarias por 1.081M€ por ventas de carteras y compensaciones a clientes del TSB, mientras que en este solo se han dotado 28M€ por la venta de una cartera de activos adjudicados, y plusvalías de 135M€ por la venta de Solvia. Vemos arreglada la cuenta de resultados en el último tramo mientras que el negocio puramente bancario continúa bajo mínimos. De paso, arregla las cifras de activos problemáticos que bajan un 47,2%, y los dudosos, un 9,2%. Aun así, el ratio de morosidad está en un 4,08% mientras que en 2018 estaba en el 4,50% antes de sacar del balance 7.293M€ de activos en situación irregular, en un ejercicio.

Sigo reafirmándome en mi pronóstico del pasado trimestre: en la actual situación, la entidad es ‘carne de fusión’ y mucho me sorprendería una mejoría, en especial en Cataluña

Por lo demás, trampeando con ventas de activos que puedan mejorar los ratios de solvencia, éstos se mantienen. El CET T1 fully loaded está en el 11,4% si bien fuentes del banco piensan estar en el 12% a final de ejercicio (ya pueden correr), el ratio LTD, por primera vez, está por debajo del 100%, en el 99,5%. Otro ratio interesante es el de eficiencia, que ha bajado del 57,91% al 54,13%. Sin el TSB ha pasado del 45,43% al 46,09%.

Estas cifras, que no pueden engañar más que a los que quieran dejarse, junto al anuncio de un dividendo a cuenta de 0,02€ por acción, parece que están devolviendo la cotización del banco a niveles otra vez inferiores al euro ya que, al cierre de este artículo, se encontraba en 1,02€ después de cerrar el jueves a 1,05€ por título.

Sigo reafirmándome en mi pronóstico del pasado trimestre: en la actual situación, la entidad es ‘carne de fusión’ y mucho me sorprendería una mejoría, en especial en Cataluña, aún con tipos más altos, pues además del problema económico, está en el punto de mira de las turbas esteladas que no les van a perdonar su posicionamiento por el orden constitucional, y están apostando de forma clara por entidades afines que les bailen el agua, como alguna cooperativa de crédito relacionada con la construcción.