• La junta de accionistas del banco portugués rechaza el desbloqueo al límite del 20% en los derechos de voto, como pedía Caixabank.
  • Es una de las condiciones del banco español para seguir adelante con la OPA sobre BPI: de poco sirve una mayoría si no se puede gobernar una entidad.
  • Caixabank ha negociado hasta el final para vencer la oposición de la empresaria Isabel dos Santos, hija del presidente angoleño.
  • El problema está ahora en cómo salir de BPI, que se desploma en bolsa, y a quién vender todo o una parte de la participación del 44,1%.
La junta general de accionistas del Banco Portugués de Inversiones (BPI) ha votado finalmente en contra del cambio de estatutos respecto al límite del 20% en los derechos de voto, el principal escollo que ha encontrado Caixabank para seguir adelante con su OPA sobre la totalidad de la entidad lusa. De poco sirve tener la mayoría de un banco -el 44,1% en el caso del banco que preside Isidro Fainé (en la imagen, con el Ceo, Gonzalo Gortázar)-, si eso no se traduce en el mando de gobierno. A partir de ahí quedan pocas alternativas al banco español, que ha intentado hasta el último momento alcanzar un acuerdo con la empresaria angoleña Isabel dos Santos, segunda accionista del BPI, con el 18,6%, además de hija del presidente de Angola, Eduardo dos Santos. Pero con ese porcentaje, paradójicamente, tiene prácticamente los mismos derechos de voto que Caixabank. El desblindaje de los derechos de votos era una condición sine qua non de Caixabank para seguir adelante con la OPA. Pero el cambio de estatutos que implica necesitaba, para prosperar, el apoyo en la junta de una mayoría cualificada (75%) y la han respaldado sólo el 52,4% de los accionistas. Ha llegado el momento para Caixabank, por tanto, de decidir cómo abandona BPI, lo que plantea otro problema: ¿a quién vende o quién quiere comprar su participación del 44,1% en el banco portugués? El punto de discordia en las aspiraciones de Caixabank ha sido la oposición de Isabel dos Santos, a pesar del visto bueno a la operación de las autoridades portuguesas y europeas, aunque faltan las autorizaciones del BCE y del Banco de Angola. La empresaria llegó a protestar por escrito ante la propia Caixabank, en marzo, para que mejorara el precio de la OPA (de 1,3 a 2,4 euros por acción), o planteó, incluso, la opción de una fusión más conveniente de BPI con BCP para formar el primer banco portugués. En BCP, por cierto, el principal accionista es la petrolera estatal angoleña Sonangol. Pero todo tiene un precio. La empresaria hacía valer que la mayor parte de los beneficios de BPI proceden de su filial Banco de Angola, en el que Dos Santos tiene el 49%, y Caixabank tenía en cuenta que el banco luso pierde dinero en Portugal y que la filial angoleña gana pero con unos riesgos desmedidos que hay que cubrir. En bolsa ha ocurrido lo mismo, pero a la inversa, que cuando Caixabank rechazó la petición del Consejo de Administración para mejorar el precio de la OPA. A pesar de que banco español dijo que no, las acciones de BPI de dispararon -signo inequívoco de que a los portugueses les gusta Caixabank- (la operación seguía adelante). Este miércoles, sin embargo, las acciones caen a plomo (casi un 7%) por el mismo motivo: temen la retirada del banco español. ¿Qué quiere Isabel dos Santos?: más dinero por su 18,6% en BPI. De ahí sus presiones, que ha llevado hasta el final, para no cambiar el desbloqueo en los derechos de votos. Pero en ese punto la postura de Caixabank ha sido clara también: BPI vale lo que vale, no más. La empresaria angoleña tiene una inmensa fortuna  repartida en un imperio empresarial repartido entre África y Europa. Sus negocios están en los campos más diversos: posee la licencia de móviles en Angola y tiene una liquidez extraordinaria que le llega de su participación en el sector financiero, el cementero, el petrolero, las televisiones, las telecos, las minas y, cómo no, también los diamantes, en un país tan rico en recursos naturales como Angola. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com