Hace ya un año desde que la adolescente sueca Greta Thunberg dejó el anonimato y se convirtió en una famosa activista contra el cambio climático, tras iniciar una huelga escolar por el clima (la primera de muchas, aficionándose a las pellas climáticas). Sin embargo, no es oro todo lo que reluce porque detrás tiene al lobby ecologista formado por empresas energéticas -con intereses en renovables, por supuestísimo-, por fondos de inversión y por fondos inmobiliarios, según el diario británico The Times.

Esta adolescente de 16 años no está sola en su cruzada y entre sus colaboradores está el activista Ingmar Rentzhog, quien trabajó en la organización ecologista de Al Gore. Junto a David Olsson y Christian Emmertz fundó la start up We Don’t Have Time para unir a personas que “quieren ser parte de la solución a la crisis climática”, aunque además, con Olsson le une el hecho de que en su trayectoria laboral hay vínculos con fondos inmobiliarios (Svenska Bostadsfonden, uno de los más grandes de Suecia) y con empresas de inversión (como Laika Consulting, y Rentzhog trabaja también para el banco de inversión sueco Naventus Corporate Finance, como se ve en su perfil de LinkedIn).

Entre los colaboradores de Greta está Ingmar Rentzhog, ligado a fondos inmobiliarios y de inversión y otros organismos ecologistas, como Global Challenge 

Y más sorpresas: We Don’t Have Time tiene entre los miembros de su Consejo asesor a Gustav Stenbeck, uno de los hombres más ricos de Suecia y cuya familia controla la empresa de inversión sueca Kinnevik. Actualmente, Rentzhog dirige el think thank Global Challenge (también llamado Global Utmaning), que creó la economista y exministra socialdemócrata sueca Kristina Persson en 2007, quien entre 2014 y 2016 dirigió la cartera de Cooperación nórdica y también la de Desarrollo Estratégico. En Global Challenge hay destacados miembros, como: Petter Skogar, presidente de KFO (la asociación de empleadores más grande de Suecia); y Catharina Nystedt Ringborg, asesora de la Agencia Internacional de Energía (AIE), exdirectora de la asociación Swedish Water y exvicepresidenta de la corporación multinacional suizo-sueca ABB que opera en áreas de robótica y energía, y miembro de la firma de capital riesgo de energía verde Sustainable Energy Angels.

Y por si esto fuera poco, no hay que perder de vista que la cruzada climática de Greta Thunberg se ha convertido también en un negocio familiar. Sus padres, el actor Svante Thunberg y la cantante de ópera Malena Ernman publicaron hace un año el libro Escenas del corazón, contando su recorrido por Europa gracias a la carrera de la madre, así como que Greta fue diagnosticada del síndrome de Asperger y su hermana pequeña, Beata, tiene trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), y que “trabajar por el planeta les ayudó a salvar a su familia”. Y claro con el inicio de la huelga escolar de Greta, hasta la adolescente se ha convertido en la portada del libro, al que ha seguido otro con una colección de discursos, Nadie es demasiado pequeño para marcar la diferencia… y seguro que habrá más. Svante Thumberg ha cambiado el oficio de actor por el de manager de su hija, que además tiene como jefe de prensa a Daniel Donner, quien trabaja para el lobby European Climate Foundation, ONG financiada por distintas fundaciones, entre ellas: Rockefeller Brothers Fund.

Global Challenge fue creado por la exministra sueca Kristina Persson y tiene entre sus miembros a personas de importantes empresas como KFO o la multinacional ABB 

No podemos olvidar que Greta Thunberg y su padre están ahora surcando el océano Atlántico en un velero de competición (con paneles solares y turbinas submarinas) que dirigen Pierre Casiraghi y su compañero de regatas Boris Hermann, y cómo no, junto a un equipo de documentalistas para grabar su gesta. Una travesía de unas dos semanas con el objetivo de no contaminar en su viaje a la Conferencia sobre cambio climático de la ONU que se celebrará en Nueva York el 23 de septiembre. Pero no será un viaje tan limpio, según recoge Preferente.com: Hermann confesó al diario alemán TAZ que varios de los responsables del velero deberán volar a Nueva York para traer el barco de nuevo a Europa, dejando mucha más huella de CO2 que si Greta Thunberg hubiera optado por comprar un billete de avión. Y aquí no acaba todo, porque esta adolescente ha sido nominada al Premio Nobel de la Paz 2019 y ha hecho un llamamiento a una huelga general por el clima el próximo 20 de septiembre.