Iván Redondo es el hombre de moda en los cenáculos madrileños. Es el principal asesor del presidente del Gobierno y con su poquedad intelectual manda todo en Moncloa y en Ferraz y sigue viviendo de ser el hombre que convenció a Pedro Sánchez para que lanzara la moción de censura que le llevó a La Moncloa. Para un ambicioso, un verdadero neurótico de la poltrona, como es Sánchez, Redondo constituye un valor sin límites.

Sí, sabemos que Iván Redondo trabajó como asesor para los populares Albiol y Monago y que ahora sirve al PSOE. Y lo mismo haría, según propia confesión, con Podemos o con Vox. Él es un profesional de la imagen, ¿Un inmoral? No, simplemente un amoral, lo que no se sabe si es peor.

La imagen de Sánchez es la que proporcionan sus viajes al exterior pero hay otra, cristófoba, para consumo interno de la España guerracivilista

De entrada, insiste, y se está quedando sólo en este punto, en acabar la legislatura. Las próximas elecciones deberían ser en junio de 2020.

Es el lapso que precisa para crear su obra maestra, mitad doctor Jekyll mitad señor Hyde: un Sánchez esquizofrénico, con porte de estadista y corazón de miliciano.  

Los viajes al exterior le proporcionan, según la tesis Iván, esa patina de estadista, de señor sensato y responsable, que se codea con los grandes del mundo. De puertas adentro, Redondo considera, por el contrario, que necesita un corazón de miliciano, con un anticlericalismo que ya es cristofobia rabiosa y que en Hispanidad venimos relatando aunque ya no somos los únicos. Redondo está convencido de que el anticlericalismo vende en España, donde existe una derecha pagana que votará cualquier cosa con tal de fastidiar a los catalanes y a los que los principios cristianos importan una higa, y una izquierda española que votará cualquier cosa con tal de fastidiar a los curas y a los cristianos.

¿El principal asesor del presidente es inmoral? No, es algo peor: es amoral

Y en esta segunda es donde quiere Redondo a Sánchez.

Por tanto, con Presupuestos o sin ellos, Redondo le insiste a Sánchez que aguante toda la legislatura, que ceda todo lo que quiera ante los separatistas catalanes mientras continúa golpeando a los católicos.

De hecho, gracias a Redondo, Sánchez ha aguantado el ridículo que lleva acumulado en ocho meses de Gobierno, donde no da una a derechas, día tras día. El problema es si su soberbia infinita podrá soportar un ridículo que cada jornada se hace más patente, mientras la economía aún mantiene su empuje (“robusto”, diría Nadia Calviño) porque, mes tras mes, estadística tras estadística, da muestras de agotamiento. Algo puede ayudarle el hecho de que el biotipo de Pedro Sánchez es el de un trabajador incansable, ‘seven eleven’, 24 horas al día pendiente de su propio enaltecimiento. Muy laborioso en este punto: no se agota jamás.

Pero necesita tiempo, el mayor tiempo posible, para consolidar la esquizofrenia.