• La aerolínea del emirato pagará unos 1.520 millones por entrar en el holding que agrupa a Iberia, British Airways y Vueling.
  • El emir del país, Tamim bin Hamad Al Thani, está en cuestión por las sospechas de estar financiando o haber financiado el terrorismo islamista.
  • Es también el dueño de Al Jazeera, el mayor aparato de propaganda del mundo árabe, y de mucho más, como los famosos almacenes londinenses Harrods.
  • Pero su influencia va más allá de la órbita musulmana: sus multimillonarios fondos soberanos están en el capital de empresas como Deutsche Bank, Iberdrola, Volkswagen, Walt Disney Pictures, Hochtief, Sainsbury's,…
  • Muchas de estas compañías están cautivas por los contratos que ofrece el emirato.
  • Además, esos fondos también invierten en equipos de fútbol como el París Sanit-Germain o el Fútbol Club Barcelona y en hoteles.

Este viernes Qatar Airways ha adquirido el 9,99% de International Airlines Group (IAG). Lo ha comunicado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y ha interpretado "con gran satisfacción" que los qataríes se hayan convertido en el primer accionista de la compañía. Efectivamente, con la operación, valorada en unos 1.520 millones de euros, Qatar Airways estrecha la mano al holding que agrupa a Iberia, British Airways (BA) y Vueling. Pero al mismo tiempo, y esto es lo más significativo, no estamos ante un movimiento corporativo más, sino en el ojo de un hurarán mucho más inquietante: la creciente influencia en la economía y empresas occidentales de las petromonarquías del Golfo (en este caso Qatar), tan sobradas de dinero (gracias al petroléo) como peligrosas en ideas. Es una tendencia creciente, que avanza en paralelo al protagonismo de los jeques (como el de Qatar) de la Península Arábiga, pero que no puede hacer olvidar -sería lamentable- tres aspectos tanto o más importantes: son países puestos en cuestión por su apoyo (financiero o ideológico) al yihadismo islámico, y, al mismo tiempo, con una poderosa influencia no sólo en la opinión pública internacional, sino en la médula de las empresas europeas, bien a través de contratos millonarios de obra (el Mundial de Qatar es un nuevo El Dorado) como con la compra de participaciones significativas (como en el caso de IAG). Vamos al caso concreto de Qatar. Su peligroso emir es Tamim bin Hamad Al Thani (en la imagen), que tomó el mando tras la abdicación de su padre, Hamad bin Jalifa Al Thani, el 25 de junio de 2013. Sobre él se ciernen sombras de sospecha de estar financiando el terrorismo islamista, es decir, a los asesinos del Estado Islámico (EI). Así lo apuntó Alemania el pasado mes de agosto a través de su ministro de Desarrollo, Gerd Mueller, cuando declaró a cadena germana ZDF que "Qatar financia a estos combatientes". Ese emirato árabe es de credo sunita, el mismo que defiende, con destrucción, terror y muerte el EI. Una cosa no lleva a la otra necesariamente, pero la rivalidad entre los países islámicos se plantea, en ocasiones y por sus consecuencias, en esos términos. La misma denuncia y en el mismo sentido la ha dirigido recientemente Pakistán contra Arabia Saudí. Volvamos a Qatar y a su creciente influencia. El emir del pequeño país es dueño del canal de televisión Al Jazeera, el mayor aparato de propaganda del mundo árabe. Y ese medio el que emplea para lanzar sus consignas. Lo hizo en la primavera árabe, aunque la primavera árabe no pasó por Qatar. Curioso, cuando lo que se ha dicho desde ese canal, con una gran audiencia entre los musulmanes, ha influido en Libia, Egipto o Siria. Pero Al Jazzira no es la única propiedad del emir para influir en una 'colonización' de Occidente. La familia real qatarí es dueña de los famosos almacenes Harrods, situados en Londres, que adquirió por 1.740 millones de euros. Una anécdota comparada con la frenética actividad de los sus múltiples fondos soberanos para entrar en otras tantas empresas europeas. Por partes. Que a Qatar le gusta Reino Unido es claro -posee una parte de Sainsbury's, una de las cadenas de supermercados más importantes de este país- pero no sólo el Reino Unido. También ha puesto sus ojos en Alemania, en el que es primer accionista de Deutsche Bank o Volkswagen (compró el 17% del mayor fabricante de coches en Europa) y está presente en el accionariado de Hochtief, filial germana de ACS. En España, adquirió el 6,16% de Iberdrola por 2.201 millones de euros e incluso dio el salto al otro lado del Atlántico, con la entrada en el capital de la estadounidense Walt Disney Pictures. La dependencia de Qatar para las empresas occidentales pasa además por los suculentos contratos de obras en el emirato. Vean ahí infraestructuas, hoteles, instalaciones, comercios, centros de ocios... y el próximo Mundial de Fútbol.

Los fondos soberanos qataríes también invierten en equipos de fútbol: son dueños del París Saint-Germain (PSG) y el patrocinador del Fútbol Club Barcelona. Como no se les escapa que el turismo es un importante activo en nuestro país, también se inclinan por la compra de hoteles: el Renaissance y el Vela, ambos situados en la capital catalana; el InterContinental, ubicado en Madrid o el complejo mallorquí Park Hyatt Canyamel. Además de hacerse con la concesionaria de la marina para yates Port Tarraco (Tarragona). E incluso Qatar va más allá y aspira a subvencionar en un futuro otros proyectos -eurocontradictorios- como la construcción de la mayor mezquita de Europa en las instalaciones de la plaza de toros de Barcelona.

 

El paso dado por Qatar Airways en IAG es, por tanto, unos de tantos más. La compañía ha subrayado la "estrecha relación" que tiene con la aerolínea qatarí, debido a que ambas forman parte de la alianza Oneworld junto a otras 13 compañías aéreas. El consejero delegado de IAG, Willie Walsh, ha mostrado, faltaría más, una "gran satisfacción" el apoyo de los qataríes, que coincide, además, con la deseada adquisición de Aer Lingus.Tiempo al tiempo.

Cristina Martín

 

cristina@hispanidad.com