Sr. Director:

San Pedro Poveda, concibió un proyecto educativo-pedagógico de gran altura siendo canónigo. Covadonga, bajo la mirada atenta y maternal de la Santina, después de muchas vicisitudes e inspirado en la más pura herencia de Santa Teresa, de la que Pedro Poveda era un gran admirador. El mismo nos confiesa lo que supuso para él la estancia en Covadonga: “Dios sabe para qué me ha traído, tan joven todavía a este remanso de paz”.

Efectivamente Pedro Poveda tuvo una misión fundamental  abrir la enseñanza católica a la modernidad, sacándola del estrecho mundo cerrado de los colegios de religiosos y religiosas para hacerla competitiva con la educación pública. La batalla había que darla  con las mismas armas y con los mismos métodos  con los que las fuerzas laicistas y anticlericales, ofreciendo lo  mejor de la gran herencia católica, pero no cada uno por su lado sino uniendo fuerzas y persiguiendo los fines de excelencia y calidad con maestros  bien preparados, para optar  por oposición a las plazas públicas. Para él de nada valen las lamentaciones  de sus compañeros canónigos. Él sabe muy bien lo que se debe hacer: atender a la formación de los maestros jóvenes; promover la cultura y formación religiosa de los profesores católicos para que puedan responder a la educación  de las jóvenes generaciones. Para Poveda todos los católicos  que se ocupan de la Pedagogía deberían ponerse de acuerdo. El gran problema de  la educación son las capillitas y el individualismo,  por eso se formula una pregunta nada retórica: ¿Por qué somos nosotros   siempre unos francotiradores?   A esta pregunta responde con una clara intuición  crear una especie de “Institución Católica de Enseñanza”.   La Institución Teresiana ya era una realidad en la mente de Pedro Poveda.  Como recordaría más tarde: “Siete años de vida intensa en aquel bendito lugar  dan mucho de sí, y todo lo que dieron fue en torno al ideal de mi vida, que surgió y cristalizó mirando a la Santina”

Covadonga será el centro de sus operaciones. En Gijón, ciudad de la que quedó prendado desde el mismo momento que la visitó en 1911, que por aquel año celebraba el primer centenario de la muerte de Jovellanos el gran ilustrado, allí plantó su primera semilla en forma  Academia Pedagógica. Frecuenta la Universidad  de Oviedo, visita Madrid y no pierde el contacto con su pueblo natal  Linares. Sus  proyectos educativos se van consolidando hasta plasmarse en la Institución Teresiana en donde tiene que  emplear todas sus capacidades pedagógicas y virtudes sacerdotales, porque como diría su amiga y protectora Santa Teresa son tiempos recios y de fuerte contestación.

En la Institución Teresiana como Asociación Internacional de Laicos de la Iglesia perviven los valores  educativos  como la gran herencia legada  por Pedro Poveda como sacerdote, pedagogo, humanista  e innovador, por lo que la Unesco lo declaró como pedagogo y humanista en 1974.

En el número de 15 de agosto de 1912 ENSEÑANZA MODERNA (Revista Quincenal Ilustrada de Educación Social)  Ramón Luis Huerta, Director, escribía sobre la personalidad de Pedro Poveda: “Es en la actualidad una de las más relevantes figuras de la Pedagogía Española. Sencillo, amable, bondadoso, lleno  de entusiasmo y amor por su ideal, abnegado, activo y perseverante, es el arquetipo del educador consumado”