El iluminismo y su instrumento actual, el Nuevo Orden Mundial (NOM), son dos realidades más próximas a nuestra vida cotidiana de lo que se piensa.

El Nuevo Orden Mundial (NOM) no consiste en otra cosa que en comportarse de forma políticamente correcta, a ser posible sin rechistar y convencido de que la propia mentecatez es muestra de inteligencia mientras se confunde la sumisión con la madurez. 

En pocas palabras, se trata de ser un moderado, sobre todo con la verdad, de no enfrentarse, nunca jamás, a la atmósfera ambiental dominante. Traducido: no meterse en cosas raras ni tomarse nada demasiado en serio, basta con sobrevivir.

Ya saben: correr con mangueras a las inundaciones y con barcazas a los incendios. En tiempos aburridos, solicitar estabilidad. En tiempos violentos, pedir solidaridad... con el tirano. 

El satanismo, o iluminismo, que marca nuestro siglo XXI, con el Nuevo Orden Mundial (NOM) como instrumento, tampoco se presenta como algo esotérico, aunque cada día se quita más la careta. El iluminismo -que es lo mismo que satanismo pero en fino- lo define Vittorio Messori como un programa para sustituir la religión por la política, la devoción por la cultura, la Iglesia por el Estado y, añado yo, a Cristo por la democracia. ¿Verdad que les suena? 

Si lo quieren en términos filosóficos, que no sé si ayuda o desayuda, estamos cambiando la doctrina cristiana por un panteísmo de corte sincrético en el que los 10 mandamientos se han convertido en los 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS). Hay que ser frívolo para banalizar la existencia de forma tan pedestre, pero reparen en que ese es el mensaje que hoy lanzan los gobiernos. Sin ir más lejos, el actual Gobierno de España.

La presencia de Satán y su turba a nuestro lado no es para echarse a temblar. Lucifer es un perdedor: siempre anda ganando batallas pero acaba por perder todas las guerras

Esa profeta madrileña de la que ya les he hablado, Margarita de Llano, autora del reciente volumen titulado La Inmaculada en el Reino Nuevo, afirma, en uno de sus primeros libros de revelaciones, esta frase dura: "Viviréis entre demonios". En ello estamos. Y mucho me temo que, o somos conscientes de esta realidad -sin obsesionarnos con ella- o no entenderemos casi nada de lo que está ocurriendo. 

Ojo, la presencia de Satán a nuestro lado no es para echarse a temblar. Lucifer es un perdedor: siempre anda ganando batallas pero acaba por perder todas las guerras.