En una de esas conversaciones aparentemente inocua con mi madre, ella me preguntaba, con cierta preocupación, el porqué, de sus veintidós nietos, ninguno se había dedicado al pensamiento y la reflexión, como algunos de sus hijos. La respuesta no se hizo esperar: la generación de hoy es una generación que ha desarrollado el pragmatismo positivista, es decir, solo se esfuerzan en aquello que les reporta una ventaja o un bien inmediato -y si es económico, mejor-.

La generación de nuestros padres, los de posguerra, es una generación sólida. Costumbres, trayectoria, arquetipos verticales y jerarquizados, trabajos de toda una vida, normalmente nacen, viven, se desarrollan, reproducen y mueren en el mismo lugar. Eso que hoy parece estricto, carente de libertad y expresión personal, entonces aportaba una seguridad vital que conducía a las personas por una vereda sin sorpresas.

Hoy es distinto. Se trata de vidas antagónicas que simplemente se contemplan desde la dulzura de los años que les separan. Y la manera de conducirse hoy, tiene mucho que ver con la forma de asimilar y asumir la intelectualidad. Veamos. La generación de hoy, es una generación de conocimientos, no de sabiduría. Creen no necesitar un almacenamiento interno al que recurrir ante un problema, una duda, una decisión moral. Desprecian ser sabios porque están acostumbrados al automatismo de obtener en tiempo real lo que necesitan. Este fenómeno aporta ventajas inmediatas, pero no virtudes, porque lejos de ser algo enriquecedor, es uno de los daños más profundos que socava la formación integral del individuo, es decir, su integridad en el más extenso sentido de la palabra.

No es bueno que todo sea inmediato porque terminamos despreciando cualquier conocimiento

Quizá sean las tecnologías actuales las que, sin quitarles valor porque lo tienen, las culpables de esta deficiencia. Solo dan conocimientos, pero no sabiduría. Ante una sociedad que se distancia cada día más de lo intangible, Dios y sus leyes están de más. Y digo esto porque la Religión, esa asignatura denostada por los laicistas, despreciada por muchos laicos y desaprovechada por parte de la Iglesia, era precisamente el reposo del guerrero de las aulas entre los nueve y los dieciocho años.

Ser bueno es bastante más que ser bondadoso

Porque, no nos confundamos, las catequesis no son nada más que guarderías estipuladas para que los niños -y niñas- que van a hacer la comunión pasen un ratito dibujando soles y dando gracias a Dios porque tienen bosques y un papá y una mamá. Pero nunca, o casi nunca, les hablarán de qué es el pecado y que supone la gracia de Dios, porque eso, e-xac-ta-men-te e-so, es lo que fundamenta la relación de un ser humano con Dios. Las clases de Religión se han convertido con el tiempo en clases de la historia de las religiones, y ahí cabe de todo, incluida la new age, para regocijo de progres y padres pusilánimes que consideran que ser bueno es ser bondadoso, no han hecho más que profundizar en la herida del ser de estas generaciones.

También las redes sociales han conseguido destruir la red de información que, antes segmentada por ideologías, procuraban un pensamiento estable a su lector. Ahora en dos tuits o cinco memes de Facebook cambiamos de una idea a otra, y opinamos sí o no, según quién lo diga. Libros contra la sociedad audiovisual. Sí, son necesarios. Una terapia que apunta en la dirección contraria al defecto de esta generación, porque leer conlleva esfuerzo (intelectual), paciencia (para esperar y saber qué pasará) y asombro (cuando descubres que las cosas no son como las planificaste).

Otra vez son los libros los que vienen a salvar al hombre -y a la mujer-. No, no es bueno que todo sea inmediato porque la impaciencia de tener derecho a todo y por lo tanto, saberlo todo nos lleva también a todo lo contrario, es decir, a despreciar cualquier conocimiento. Cuando todo vale por igual, ya nada vale. 

Cuando todo vale lo mismo, nada vale nada

Estamos en la sociedad líquida. El finado sociólogo Zygmunt Bauman acuñó este concepto: la “modernidad líquida”, para definir el estado fluido y volátil de la actual sociedad, sin valores demasiado sólidos, en la que la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios ha debilitado los vínculos humanos. Es triste ver que la realidad es así de tozuda, que nada más nos interesamos por los demás o por algo cuando hay un beneficio en ello, donde se incluyen no solo la sabiduría, también el amor en el amor, la paciencia con nosotros mismos, la indulgencia con los demás, la esperanza en lo que no se tiene, la fe en algo que nos supera para ser más y mejores. Una visión trascendente que nos lleva más allá de la vida que vivimos y eso solo, amigos míos, se encuentra en Dios, le pese a quien le pese, que cuando se descubre, no pesa nada.

Estado de disolución (Sekotia) de Elio Gallego García. Si un libro tiene sentido en este artículo, es precisamente este. Inspirado en el pensamiento de Juan Donoso Cortés, que dejó dicho que: el destino de Europa estaría marcado por el despliegue en el tiempo del racionalismo, con un liberalismo inicial que sucumbiría ante al voluntarismo “democrático” de las masas, y éste a su vez se diluiría en otro estadio, esta vez “socialista”, centrado exclusivamente en el igualitario goce de los bienes materiales y en el bienestar. Época narcisista y egocéntrica y, sobre todo, atea que finalmente daría paso al nihilismo, entendido éste como un estado de disolución general. Pues eso, que se nos veía venir desde lejos. 

Dios te quiere feliz (Palabra) de Mons. José Ignacio MunillaLo importante no es lo que tú has soñado, sino lo que Dios ha soñado para ti. El sueño de Dios es que tú seas santo y Él tiene un camino para que ese sueño se haga realidad. Ya lo descubrirás. Tú estate atento y confía, sabiendo que Dios te quiere... Este es el eje del mensaje de este libro. La fe, la Esperanza y el Amor, todo eso que va en contra de lo que ahora desdeña la sociedad y que, sin embargo, el ser anhela.

La ideología de género (Libros Libres) de Jesús trillo-Figueroa. La sociedad líquida, el pragmatismo positivista, el relativismo moral... Todo es lo que de alguna forma encierra esta dictadura del pensamiento que es la ideología de género. Este ensayo de Trillo-Figueroa es un asalto al pensamiento dominante. Un texto necesario para descubrir qué hacen de nosotros y saber cómo evitarlo. La ideología de género aplicada desde la política, las instituciones y los poderes fácticos: legislativo, jurídico y financiero. No lo tenga, léalo.

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