Cristo yacente, de Juan Antonio de Frías y Escalante
Sábado Santo, día del silencio de Dios. En 2024, la humanidad ha sufrido lo esperado desde hace décadas: "que el aumento de información le ha conducido a la ignorancia". Así que, de vez en cuando, procede volver a lo antiguo, cuando la información era la diezmilésima parte de ahora mismo.
Luego dirán que el Antiguo Testamento es un texto antiguo, tan venerable como inútil, propio de tediosos estudiosos del pasado y no de brillantes analistas del porvenir.
Pero chico, yo cada vez me encuentro con más perlas entre los viejos patriarcas y profetas. Ejemplo, el profeta Isaías (Is 32,5) nos regala con esta proposición que debería ser titular de algún editorial o ensayo sobre la realidad española de ahora mismo: "Ya no llamarán noble al necio ni tratarán de honorable al sinvergüenza".
Del juego de Dios sólo quedan fuera aquellos que han invertido el sentido de la creación: los que llaman bien al mal y mal al bien. El peligro es que, en 2024, el siglo de la Blasfemia contra el Espíritu Santo, el número de blasfemos aumente
El problema de la sociedad actual, por eso anda tan desquiciada, es la blasfemia contra el Espíritu Santo figura definida por Cristo en el Evangelio como el pecado que no se perdonará ni en este mundo ni en el otro. Recuerden: era cuando los fariseos aseguran que Jesús estaba endemoniado y que por el poder de Belcebú expulsaba a los demonios de los poseídos. Es decir, estaban llamando demonio a Dios, ergo estaban llamando bien al mal y mal al bien, verdad a la mentira y mentira a la verdad, si quieren, que yo sí quiero, hermoso a lo feo. Esa es la Blasfemia contra el Espíritu Santo, el pecado que no se perdonará ni en este mundo ni en el otro, no por falta de misericordia de Dios sino porque, sencillamente, no se puede perdonar, dado que el perdón del ofendido de poco vale sin el arrepentimiento del ofensor.
Isaías vivió ente el 740 y el 695 antes de Cristo, es decir, hace unos 2.700 años. Sí, no hay que despreciar el Antiguo Testamento.
Llamar honorable al sinvergüenza. Pero el fin de etapa al que estamos abocados terminará cuando "Ya no llamarán noble al necio ni tratarán de honorable al sinvergüenza".
La Blasfemia contra el Espíritu supone que la verdad se vuelve líquida. Y en un mundo de principios acuosos, en la sociedad de la información, en la era de la blasfemia contra el Espíritu Santo, la oración es la única forma de distinguir entre la verdad y la mentira.
Hable usted con Dios, que Cristo responde. No importa que esté en la tumba. Él sabe cómo salir del sepulcro.