El Papa León XIV dirigiéndose al Encuentro Mundial de Movimientos Populares, reunido en Roma entre el 22 y el 24 de octubre, planteó un gran discurso, basado en las tres necesidades primarias que ya resumiera el Papa Francisco: tierra, techo y trabajo. Discurso largo, no habitual en el actual Papa, así que a lo mejor conviene hacer una advertencia acerca de estos tres valores: tierra -que yo traduciría por propiedad privada pequeña-, vivienda asequible para todas las familias y trabajo como factor principal, no secundario, de la economía, acreedor de un salario justo, suficiente para sacar adelante a esa familia y para que permita a los padres tener hijos y educarlos sin necesidad de convertirles en héroes.

La ecología se ha convertido en la asfixia burocrática de la economía y en la esterilización colectiva, con el género humano convertido en una  raza de eunucos

Por de pronto, las palabras del Papa, aunque parezcan de izquierdas, no dejan de constituir una bofetada a ese nuevo progresismo del siglo XXI, tan tonto como el del siglo XX pero por otras vías: a la actual marginación de la lucha contra la pobreza de la mano de novedades maravillosas como los mercados, la inteligencia artificial o las criptomonedas. León XIV vuelve a insistir en tierra, techo y trabajo: espléndido. 

Hombre, no me gusta tanto su alusión al cambio climático como factor de vulnerabilidad. Sé que el actual pontífice forma parte de la escuela 'franciscana' que pone en relación pobreza y ecología. Y así, los que sospechamos que la religión climática, partiendo del innegable cambio climático -el clima siempre está cambiando-, los que sospechamos que el cambio climático -insisto, que sí que existe, sólo que supera al hombre por todos los lados y no se soluciona con un pacto nacional- el redicho cambio, convertido en religión climática, es una estafa panteísta que nos lleva, como, por ejemplo, a una de sus muchas ramas, la Agenda 2030, directamente a la ruina y, atención Santidad, a la destrucción de una de las tres patas que sostienen la justicia social: la tierra. 

Pero atengámonos a lo que tenemos y no a aquello en lo que discrepamos.

Por lo demás, que vuelva el viejo espíritu de que cada familia disponga de un acceso no heroico a un trabajo bien pagado, una casa en propiedad, a ser posible propiedad sobre su propia máquina de facturar... son grandes ideas

Los Movimientos Populares es una mezcolanza donde anida mucho de lo mejor y algo de lo peor. Su comunicado final, de forma inteligente, ha optado por hacer un calco del gran discurso papal, pero me preocupa que mantengan el doble lenguaje de los excluidos -una realidad- mientras las conclusiones parecen indicar que siguen las viejas recetas socialistas que afirman que lo de la justicia social sólo puede arreglarlo el Gobierno (perdón, el Estado) y los sindicatos son los que van a solucionar el problema de la exclusión mientras los emprendedores, los autónomos, los pequeños empresarios (curioso, los Movimientos Populares no distinguen la gran empresa de la pequeña) no son la solución sino el problema. Esos movimientos creo que participan de la vieja definición de que el socialismo no es otra cosa que envidia de aquel a quien le va mejor. 

En plata, de los Movimientos Populares me gusta más el diagnóstico que la terapia. Y del discurso del Papa León XIV, mucho más profundo, desde luego, pero me temo que se puede decir lo mismo.

El socialismo no es otra cosa que envidia de aquel a quien le va mejor. Además, existe una contradicción flagrante entre religión climática y justicia social, entre la pleitesía panteísta al planeta tierra, la madre Gaia o la Pachamama... y la protección de los pobres

La libertad cristiana, es decir, libertad para la Ley Natural, junto a la pequeña propiedad, son las únicas claves para lograr la justicia social, es decir, lo que evitará el descarte de los impecunes. Y ojo, porque la ecología, en contra de lo que aseguran los fieles a la religión climática que nos inunda, no es la solución: constituye la nueva forma del problema.

Digamos que del comunicado final de los Movimientos Populares y del más profundo y más elevado discurso de León XIV me gusta todo salvo ese no ver la contradicción flagrante entre religión climática y justicia social, entre la pleitesía panteísta al planeta tierra, la madre Gaia o la Pachamama, y la protección de los pobres... por la vía de ahogar a cualquiera que, con honradez y esfuerzo, quiera progresar, ahogándole en un espantoso océano de normas burocráticas, porque la madre de la burocracia en el mundo XXI es la ecología. 

Por tanto, bien por la vuelta al tridente de la triple 'T', tierra, techo y trabajo. Sólo falta hablar en positivo, es decir, de pequeña propiedad, del principio de subsidiariedad, de salarios altos e impuestos bajos, de valoración del esfuerzo e implantación de la meritocracia... y dejar a un lado a la Pachamama.