Occidente es ese lugar donde la moneda de cambio es la sacra democracia, es decir, el pueblo es soberano y decide su futuro. Sin embargo, es cada día más evidente que en el subsuelo político y hegemónico, algo se está moviendo y lo hace silenciosamente, de forma inexorable y con una fuerza emergente que pone nerviosos a muchos.

El giro sociopolítico que se está cociendo en Europa y Estados Unidos es palpable. El último grito, Georgia Meloni en Italia. Las hordas progres, aterradas, han salido a los medios de comunicación con sus aportaciones apocalípticas sobre el fin del mundo porque, esta decisión soberana del pueblo, no gusta en Europa. Tampoco a los confesos como muy demócratas, los socialdemócratas de toda la vida, aquellos tolerantes y diversos, porque con esta decisión les están obligando a ser eso que decían que eran, siempre y cuando los resultados coincidieran con sus resultados.

Italia se suma a Hungría y Polonia. Dan una respuesta rotunda: no queremos más políticas neoliberales, de género, económicas y sociales que nos empobrecen, que restan a nuestros pueblos, ciudades y países. Los ciudadanos no quieren que sea eso que dicen que tiene que ser. Las personas que aspiran a una vida sencilla, es decir, trabajar, tener familia, vivir tranquilos y sin sobresaltos, dicen que no a las crisis permanentes, a las pandemias estructurales, a la inmigración descontrolada, a los impuestos voraces. El pueblo soberano dice claramente que no a la Europa fabricada a la medida de los oligopolios internacionales por los tecnócratas de Bruselas.

Quien interpreta el mundo en clave maniquea metafísica de buenos y malos, asumirá como imperativo categórico la acción de liquidar al enemigo

Italia es un país sobresaliente de Europa y seguramente no será tan fácil de doblegar… Ni porque Italia se pliegue a las amenazas de la Comisión Europea, ni porque a Europa le convenga maltratar a su tercera fuerza económica. No lo han conseguido haciendo uso de métodos coercitivos a Viktor Orbán o a Mateusz Morawiecki, negándoles las prometidas inyecciones económicas por ser demasiado familistas y decidir por su cuenta sobre sus fronteras, imaginen con Italia y una mujer fuerte como parece ser Giorgina Meloni. Además, para colmo de los disgustos progresistas, en Francia y España también pugnan millones de ciudadanos por romper con el macro proyecto europeo, exactamente por las mismas razones que los italianos. Por otro lado, Suecia y Alemania también marcan la misma tendencia y los daneses han decidido que quien quiera paguitas, que trabaje. Ojo con Donald Trump, que está de nuevo empujando la puerta de la Casa Blanca, él mismo u otro candidato más moderado, pero de iguales constantes vitales. Los demócratas americanos saben que volverán a gobernar los republicanos porque Joe Biden ha demostrado ser un fiasco constante, con sus ínfulas bélicas e imperialistas y el empeño brutal por la kultura de la muerte.

¡Esto hay que pararlo!, deben decirse unos a otros en las moquetas de palacio. Quizá por eso, la no electa presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, amenazó abiertamente sobre que si Italia votaba por alguien que pusiera en peligro las ambiciones ideológicas hegemónicas de Europa, sancionaría al país: «Veremos el resultado de la votación en Italia. Si las cosas van por un rumbo difícil, tenemos herramientas, como en el caso de Polonia y Hungría». ¿Qué tipo de inquisición democrática rige en el parlamento europeo? Porque si Von der Layen ha dicho esto con esta seriedad -y especificidad-, es porque tiene orden de poder hacerlo y, por lo tanto, hay otros grandes demócratas interesados en que no cambie nada a pesar, ya sabe, del pueblo soberano.

Manuel Albares, este ministro al que todavía no se le reconoce ningún éxito de su gestión, se atrevió a criticar la victoria de Meloni en Italia con un cierto análisis del poder: «Hay dos modelos que se enfrentan: el de la construcción europea y el de Putin. Este es un modelo autoritario y contrario a los pilares de la construcción europea, que es la base de nuestra prosperidad». Debe hablar de su prosperidad porque los ciudadanos cada vez estamos peor. Pero no responderé yo al ministro de asuntos exteriores, será Paloma Hernández desde su cuenta de Tuiter de @FortunatayJacinta:

fortunata

Pero, ¿cuál es el delito de esta mujer -Giorgia Meloni-, que llega triunfar en política, cuando es de origen humilde, abandonada por su padre, trabajadora, víctima de bullying y triunfadora frente a la oligarquía...? ¿Pero no responde al perfil del ídolo woke? ¿Es quizá el discurso que dio en defensa de la familia, lleno de preguntas a los poderosos legisladores occidentales lo que asusta a la política progresista? ¿Por qué? ¿Cuántos de los que la critican en la calle, en el metro, en los platós de televisión lo ha escuchado y tratado de dar una respuesta que no sea la de la política de la cancelación?

¿Y cuál es futuro de España de cara a unas próximas elecciones generales? El periodista y analista político Luis Losada hace una revisión rápida de la situación: «Salvini entró en el gobierno de concentración; salió escaldado. Meloni se negó a sumarse al consenso tecnócrata; salió vencedora. Es el dilema -y el reto- actual de Vox. Posibilismo o maximalismo».

El rapto de Europa (Encuentro) Luis Diez del Corral. Se trata de la obra cumbre del jurista, filósofo e historiador de las ideas políticas más importantes y constituye uno de los más importantes proyectos de interpretación histórica sobre Europa elaborados en el siglo XX, además de un lúcido diagnóstico profético de la incertidumbre que se ha ido apoderando en las últimas décadas de este singular continente.

La crisis de Occidente (Sekotia) Santiago Cantera. Europa hunde sus raíces en una fusión de cuatro elementos que han configurado su identidad: helenismo, romanismo, germanismo o eslavismo y cristianismo. Sobre ellos se ha sustentado al resto de la humanidad, y da origen a la civilización occidental. Pero desde cierto momento histórico hay una alteración regresiva de sus fundamentos, esto nos lleva a nuestro tiempo, ante una verdadera crisis de civilización.

Requiem por Europa (Grafite) Ramón Domínguez Balaguer. Este libro no aporta respuestas, sólo pretende escudriñar la génesis y las posibles causas de este hecho, así como sus predecibles consecuencias. La respuesta no puede venir del análisis humano ni de los planes pastorales, sino de Dios que lleva la historia y sabe suscitar nuevas soluciones a nuevos problemas.