Exige doña Isabel respeto a los jueces por parte de todos los poderes del Estado
Inauguración del curso judicial, en soledad tu presidido por su majestad el rey, Felipe VI. El discurso inaugural feminista de doña Isabel ha resultado una proclama feminista: mal empezamos y luego comentaremos. Vamos con lo único salvable de su alocución.
Las mujeres siguen siendo minoría en los altos cargos judiciales y sufren de "invisibilidad" ¿Y esta amante del tópico, que visibilidad no es más que vanidad, va a dirigir el Tribunal Supremo y poder judicial?
Exige doña Isabel respeto a los jueces por parte de todos los poderes del Estado pero no comenta, ni alude, al hecho de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez se haya querellado contra el juez Peinado, quien instruye el sumario de su esposa, Begoña Gómez o que la fiscalía, a las órdenes del Gobierno se haya convertido en el principal abogado defensor de Pedro Sánchez.
Compañeras y compañeros del Tribunal Supremo. Finalmente, Tribunal Supremo y la CGPJ están dirigidos por una mujer ¿Y qué?
Además, la mayor injerencia del Estado, en concreto del poder ejecutivo, en la labor de los jueces, estaba sentado justo a la derecha de la nueva presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo. Era el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortíz, que no en vano la Fiscalía pretende imponerse a los jueces.
Por lo demás uno espera que la máxima autoridad del revocado poder judicial y del primer tribunal de la nación, y con la que está cayendo, suelte algo más que una soflama femnista: las mujeres siguen siendo minoría en los altos cargos judiciales y sufren de "invisibilidad" ¿Y esta amante del tópico, que visibilidad no es más que vanidad, va a dirigir el Tribunal Supremo y poder judicial?
Más lugares comunes feministas, con lenguaje inclusivo incorporado: "compañeras y compañeros del Tribunal Supremo... finalmente, el Tribunal Supremo y el consejo General del Poder Judicial están dirigidos por una mujer". ¿Y qué? Lo importante es que que estén dirigidos con justicia, capacidad y ecuanimidad. Que esa justicia, esa capacidad y esa ecuanimidad se encarnen en un hombre o en una mujer: ¿qué más da?