Ayer jueves, en Dublín, en torno a las 14.00 (hora local), en la zona de Parnell Square, un individuo de origen argelino —asegura Gript Media—  apuñaló a cuatro personas, una mujer y tres niños, entre ellos, una preescolar de cinco años, que se encuentra en estado crítico. 

Algunos medios indicaron que el sospechoso es un ciudadano que no ha nacido en Irlanda, aunque lleva más de 20 años viviendo en este país y tiene pasaporte irlandés.

Tras el suceso, una oleada de indignación popular y espontánea —en este caso no ha podido ser más espontánea— recorrió la ciudad y se formó una manifestación para protestar contra la inseguridad.

Cientos de participantes se concentraron en un barrio con numerosa población inmigrante con banderas nacionales y pancartas que rezaban ‘Irish Lives Matter’ (Las vidas de los irlandeses importan), remedio del la vida dl os negros importan (Black Lives Matter). Y la citada manifestación terminó en disturbios, con manifestantes que se enfrentaron a la Policía, quemaron vehículos y saquearon tiendas. 

 

Según las autoridades, el ataque no tuvo un móvil “terrorista”. El comisario Drew Harris atribuyó los incidentes a una "facción de ultras locos movidos por una ideología de extrema derecha”. El agente advirtió contra la "desinformación" después de que circularan rumores en redes sociales sobre la nacionalidad del atacante.

Por su parte, la ministra de Justicia, Helen McEntee, declaró: ”No toleraremos que un pequeño número de personas utilicen unos hechos atroces para sembrar la división”.

El primer ministro irlandés Leo Varadkar dijo estar consternado por el ataque: