Cuidado con todo el que pretenda hacer una eucaristía light. Porque como ya he dicho otra veces, "la Iglesia vive de la eucaristía"... y el mundo también
Cuidado con todo el que pretenda hacer una eucaristía light. Porque como ya he dicho otra veces, "la Iglesia vive de la Eucaristía"... y el mundo también. Esto en palabras de San Juan Pablo II. En palabras de Francisco, publicadas en la exhortación apostólica postsinodal que lleva por título Querida Amazonia, promulgada tras el polémico Sínodo de la Amazonia: "la Eucaristía hace la Iglesia". Hoy habría que añadir: la Eucaristía hace a la Iglesia y a la humanidad: sobreviven gracias a la eucaristía.
Dicho esto, el futuro es un niño en la rodillas de los dioses, decían los clásicos. Y a lo mejor esa afirmación es falsa porque el futuro no depende de la Providencia sino de la libertad humana, que es la que forja el futuro en el presente de ahora mismo, con cada una de nuestras decisiones libres, ya sean para el bien o para el mal.
Ojo, nada de esto tiene que ocurrir si el hombre cambia. No Joe Biden, sino usted y yo. Porque el futuro no está en manos del poder sino en manos de Cristo... que ha creado al hombre libre
Ahora estamos a vueltas con el motu proprio de Francisco, Summorum Pontificum, sobre el rito tradicional de la misa. Recientemente asistí a una misa en rito hispano-mozárabe, liturgia recia. No se trata de rito tradicional pero sí recordaba que allí estaba Dios y que la transustanciación no es una broma, ni tampoco una pía devoción, es el milagro cotidiano que sostiene el mundo.
En cualquier caso, lo que vivimos hoy en la Iglesia, y no por el rito eucarísitico predominante -aunque la liturgia, obviamente, importa- sino porque cada uno de nosotros no vive la Eucaristía como debiera. Asistimos a una peligrosa desacralización de la Eucaristía. Es un plano inclinado que empieza por una Eucaristía despreciada que camina hacia una Eucaristía profanada y, me temo, que hacia la abolición de la Eucaristía, sustituida por la adoración de la Bestia, colocada en el trono del Cordero, o sea, de Dios... y entonces vendrá la muerte, sólo compensada por la resurrección. Escritura, tradición y profetas actuales coinciden: el Reino de Satán no durará mucho tiempo, pero su advenimiento puede ser terrible.
Vivimos en una tercera guerra mundial "por trocitos", mientras tocamos la lira
Y no, el culpable no es Satán, ni el Papa, ni la progresía, ni el Nuevo Orden Mundial (NOM): los culpables somos usted y yo por nuestra falta de confianza en Cristo.
Todo esto corre paralelo a una historia civil, política y económica, marcada por el peligro de la violencia y el hambre creciente. Vivimos en una tercera guerra mundial "por trocitos", mientras tocamos la lira. Y sí, la crisis económica que empieza a vislumbrarse en el horizonte es la más grave de todas, con la ONU -ese pirómano que advierte del peligro de incendio- advirtiendo la hambruna mundial que se extenderá por el mundo en este mismo año 2023. Es la misma ONU ecológica que nos presenta la obviedad del cambio climático como una tragedia y que convoca a defender al planeta mientras extienda la falacia de que el secreto consiste en consumir menos en lugar de en producir más.
Ojo, nada de esto, tampoco la crisis de violencia y hambre crecientes, tiene por qué ocurrir si el el hombre cambia, si el hombre se convierte. No hablo de Joe Biden, sobre quien mi esperanza resulta incierta, sino de usted y de mí. Porque el futuro no está en manos del poder sino en manos de Cristo... que ha creado al hombre libre.