Según la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (Maryland, Estados Unidos) incluye en su glosario de conceptos LGTBQ la definición de una lesbiana como «un no-hombre atraído por otros no-hombres».

Según Vozpópuli, varias entidades y figuras prominentes como la escritora JK Rowling, que en los últimos años se ha mostrado muy crítica con la libre autodeterminación de género al considerar que supone el borrado de la 'mujer', ha cargado duramente contra la posición de la institución universitaria.

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Finalmente, la universidad estadounidense se ha visto obligada a eliminar temporalmente su nuevo glosario 'online' en materia LGBTIQ+ después de que diversas organizaciones feministas denunciasen que algunas de las definiciones empleadas por la institución eran misóginas. 

Por cierto, fue utilizando a la Johns Hopkins cuando, durante la pandemia, más embustero anduvo Sánchez. Este centro universitario norteamericano es el que mejores estadísticas ofrecía sobre la incidencia del coronavirus en el mundo. Y es el centro que, como informaba Hispanidad, actualizaba diariamente las estadísticas y, para nuestra desgracia, nos otorgaba la medalla de oro en las dos clasificaciones clave: contagiados por habitante y fallecidos por habitante.    

Pues bien, sin despeinarse -jamás se despeina-, Pedro Sánchez, para defenderse de otra de las críticas a su gestión (los escasos test realizados por el Gobierno español) echó mano de… ¡la Johns Hopkins University! Naturalmente, obvió las clasificaciones fundamentales y se fue a una lateral, nuevamente la de los test realizados en cada país. ¿Y qué importaba el ‘ranking’ de test realizados si, a la postre, lo que se demostraba es que España era el país con más infectados y con más fallecidos?

Por cierto, del mismo modo podía haber echado mano de la relación entre la número de contagiados y el número de fallecidos, donde no salimos tan mal (aunque ahí seguíamos por encima de la media) pero eso llevaba a otra conclusión que tampoco agradaba a nuestro prócer: los médicos españoles, a pesar de estar abandonados por el Ejecutivo, no lo habían hecho mal: el que lo había hecho fatal, peor imposible, era Sánchez.

En cualquier caso, hay que tener mucha cara, mucha, mucha, para citar a la Johns Hopkins, su flagelo, ignorar la parte incómoda y pregonar la más bonancible… que tampoco lo era en demasía.