Cataluña se presenta como alumno aventajado del gobierno sociopodemita en materia de educación: suprimirá las notas trimestrales en los colegios y permitirá pasar de curso sin las competencias mínimas. Es decir, alumnos más vagos y más ignorantes. ¡Bravo!

La comunidad autónoma permitirá que sus alumnos consigan el título de la ESO aunque no hayan adquirido todas las competencias básicas exigidas. En principio, sus profesores tendrán que comprobar que las alcanzan, pero también podrán hacer la vista gorda si consideran que eso anima a los adolescentes a seguir estudiando más allá de la enseñanza obligatoria. Además, los colegios podrán eliminar los boletines de notas trimestrales.

El artículo 27 del decreto autonómico establece que «El alumnado que al terminar la etapa no haya logrado algunas de las competencias establecidas en el decreto podrá obtener la titulación si de forma colegiada el equipo docente considera que no será impedimento para la continuidad formativa», señala. Eso sí, «esta situación deberá reflejarse en la documentación oficial de evaluación».

Publica El Mundo que, en perfecta sintonía con el Ministerio de Educación, intenta evitar «enfoques exclusivamente academicistas» y huye todo lo que puede de los contenidos históricos, especialmente en la asignatura de Historia, donde insta a los alumnos de la ESO a estudiar la «resistencia a la opresión» o la «emancipación nacional». Uno de los criterios de evaluación en esta asignatura sería, por ejemplo, «construir la identidad individual y colectiva en el contexto del mundo actual, de sus retos y conflictos, desde una perspectiva crítica, sistémica y global, reconociendo la diversidad como un elemento enriquecedor de la convivencia».

En las actas de evaluación las calificaciones se expresarán como AE (assoliment excel·lent o logro excelente), AN (logro notable), AS (logro satisfactorio) y EPA (en proceso de logro). Desaparece, por tanto el no conseguido que había antes. No hay ceros. No vaya a ser que los alumnos se traumaticen

Todo esto unido al lavado de cerebro desde pequeños, -que se resume básicamente en que a los alumnos de 0 a 6 años se les enseñe a decidir libremente si son niños o niñas- ofrece un panorama alentador en la educación española.