Durante la exposición pública de los acuerdos de Consejo de Ministros del martes 16, la adolescente Yolanda Díaz se convirtió en la reina de la fiesta. Los visajes de la vicepresidenta le permiten convertirse en la dama de honor sin aportar absolutamente nada: ni información ni criterio. Un verdadero insulto a la inteligencia de los periodistas presentes y un tristísimo espectáculo de vanidad niñoide.

Isabel Rodríguez realizó su habitual Spot publicitario, Yolanda Díaz nos convenció de sus buenas intenciones en el diálogo social y convirtió la subida impuesta de cotizaciones sociales, un hachazo para el empleo, para los empresarios y para los autónomos, en un acto de justicia... con unos argumentos que no se admitirían en primero de Económicas.

Por ejemplo, que, por primera vez, no se incide sobre los gastos sino sobre los ingresos... cuando los ingresos del Gobierno proceden de los bolsillos de los ciudadanos más productivos.

La nota distintiva del Sanchismo es la egolatría: nuestra política educativa es la mejor porque es nuestra y sentimos "orgullo de país"

Igual dá. La estrella de la fiesta debió ser, y no lo fue, la ministra de Educación, Pilar Alegría, que llegó al Gobierno arropada por cierta y loable modestia provinciana pero que, en pocas semanas, se ha sumado a la principal característica del sanchismo: la egolatría.

Y así, Alegría nos contó los criterios de promoción de curso entre los alumnos de todos los niveles educativos. En pocas palabras: que los vagos pasarán de curso. Es el modelo educativo del sanchismo monclovita, ya asimilado por Pilar Alegría: los vagos recibirán medallas, en nombre de la igualdad.

La ministra de Educación, lo explica así: "Se trata de motivar, no de imponer". Pues no: la educación en libertad no existe. Si fuera posible educar en libertad, lo primero que haría el alumno inteligente sería elegir, libremente, no ser educado en modo alguno.

Educar es, como decían los clásicos, "quebrar la voluntad del educando" porque la educación es incómoda, exige esfuerzo y negación de una mismo.

Ahora bien, ocurre que la nota distintiva del Sanchismo es la egolatría: nuestra política educativa es la mejor porque es nuestra y sentimos "orgullo de país". Es el círculo cerrado, y un pelín vicioso, en el que ha entrado Pilar Alegría, siguiendo los pasos de otra conversa al progresismo, como fuera su antecesora, Isabel Celaá.