La hostia es el mismísimo Dios, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad, y cada vez que comulgamos recibimos al mismísimo Cristo, nada menos
Esto es un consenso total y coherente, no como los de Pedro Sánchez, acerca de la batalla eucarística, que les recuerdo que es la batalla de hoy en día, la del siglo XXI y en la que se juega el futuro de la Iglesia y el futuro de la civilización: sí, en la Eucaristía.
Cuando hay eximias -o no tanto- figuras de la Iglesia que niegan la transustanciación, que hablan de la Eucaristía como de un símbolo y que, en definitiva, pregonan que en la hostia consagrada no está Dios sino un símbolo de no se sabe qué, resulta que los cuatro últimos papas -a Juan Pablo I no le cuento porque al pobre no le dio tiempo a sentar doctrina- dicen lo mismo: la hostia es el mismísimo Dios, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad, y cada vez que comulgamos recibimos al mismísimo Cristo, nada menos.
Consenso total: Pablo VI, en 1965, aún inconcluso el Concilio Vaticano II: “Hay algunos que divulgan ciertas opiniones acerca de las misas privadas, de la Transustanciación y del culto eucarístico, que turban las almas de los fieles, engendrándoles no poca confusión en verdades de la fe”.
San Juan Pablo II: “La Iglesia vive de la Eucaristía”.
Benedicto XVI: “La efusión de la sangre de Cristo es la fuente de la vida de la Iglesia”.
Francisco: “La Eucaristía hace la Iglesia”.
Por cierto, cada día acuden menos fieles a misa los domingos y más fieles a diario
Por tanto, parece lógico recordar lo que nunca se recuerda en los púlpitos: para comulgar bien son necesarias tres cosas: estar en gracia de Dios, no haber comido una hora antes de comulgar y saber a quién se recibe.
Mientras tengamos claro lo de los cuatro pontífices, todo lo demás vendrá por añadidura. Aunque no pasa nada porque ayudemos un poquito. Y no lo duden, cuando oigan hablar a católicos ‘importantes’ de que la transustanciación no existe es que la batalla eucarística ha comenzado.
Otrosí: cada día acude menos gente a misa los domingos, al menos en España, y más a misa de diario, aunque los primeros siguen siendo mayoría. Como decía Benedito XVI: ¿se ha convertido el catolicismo en una religión de minorías? Eso no es bueno aunque pudiera parecerlo: recuerden que de 100 almas interesan 100.