El viernes 11 de noviembre hice un experimento, en búsqueda de la evidencia científica, naturalmente. Me encontraba en Almería, una tierra que no calificaré de hermosa sino de impresionante, así que me fui a un kiosko y le pedí al regente los tres diarios -sí, en papel- que se editaban en la provincia. A saber: el Diario de Almería (del poderoso grupo regional andaluz Joly), el Ideal de Granada, edición almeriense (del aún más poderoso grupo Vocento) y el más pequeño y tradicional de todos, La Voz de Almería, prensa independiente, que antaño fuera el periódico del Movimiento (sí, el único partido político del Franquismo) en la provincia. Ya saben: Medios de Comunicación Social del Estado (nunca entendí lo de diario 'social' propiedad del Estado). Hoy, La Voz de Almería es propiedad de una empresa privada, a la que, de entrada, aclaro que ni tan siquiera conozco. 

Lo primero, la anécdota que es lo más importante. Le pido al kioskero los tres diarios y muy asombrado, me pregunta: "¿Ha pasado algo importante?". ¿Quién será este tipo chiflado que me pide los tres periódicos de aquí?

Los dos periódicos grandes (Vocento y grupo Joy) son mejores formalmente pero con un fondo políticamente correcto: me quedo con La Voz

Lo bueno que tiene la prensa-papel es que resulta menos histérica que Internet, -y lo digo desde Hispanidad, decano de la prensa electrónica española- y las comparaciones -siempre odiosas, siempre esclarecedoras- pueden hacerse con mayor y mejor rendimiento.

Y el prejuicio: colegas almerienses me advertían que La Voz de Almería, el diario menudo, languidecía y que la batalla por el liderato se libraba entre el líder regional, Joly, y la relevante edición almeriense de El Ideal de Granada, perteneciente a un grupo mucho más poderoso que el andaluz: los vascos de Vocento-ABC. En resumen, lo grande gana, lo pequeño pierde.

En la sociedad de la información la verdad circula por canales estrechos. Los grandes son políticamente correctos. Es decir, mentirosos

Pues bien, mi conclusión, tras haberme empapado de los tres periódicos, con el añadido de mega-suplemento extra de Diario de Almería (cumple 15 años) es la misma que mantengo desde hace lustros. Por encima de las apariencias inmediatas, la verdad continúa circulando por canales pequeños... cuanto más pequeños, mejor. El rigor no, pero es que rigor y verdad se han convertido, en el periodismo actual, en dos líneas que circulan paralelas y que jamás se entrecruzan. 

La verdad resulta más compleja de obtener: necesita del juicio de valor, documentado e inteligente, sin prejuicios, pero, a fin de cuentas, juicio de valor

Y es que la información la hacen seres presuntamente inteligentes y está dirigida a seres presuntamente inteligentes, a los que el dato desnudo, los famosos y alabados hechos, no les dicen nada salvo que lo vivan en primera persona. El periodista no arroja hechos a sus lectores, sino hechos y datos contextualizados, bien o mal, pero contextualizados. Es decir, no emite hechos, sino noticias, y toda noticia está filtrada por el cedazo de su hacedor, lo pretenda el periodista o no. Por decirlo de otro modo: la objetividad no existe y, si pudiera existir, sería horrorosa.

La objetividad periodística es una falacia, que mi buen amigo el catedrático emérito Gabriel Galdón, el autor de Infoética, demostró a lo largo de su vida académica, pero al que me temo que no hemos hecho el caso debido

Toda noticia está filtrada por el cedazo de su hacedor, lo pretenda el periodista o no. Por decirlo de otro modo: la objetividad periodística no existe y, si pudiera existir, sería horrorosa

Regreso a Almería: mucho me temo que Ideal y El Diario, los más encarecidos por mis colegas almerienses, tienen secciones más surtidas de Nacional e Internacional y Economía... mientras en los dos se repiten los mismos tópicos políticamente correctos en los que caemos todos los periodistas, no hay más que leer a los especialistas del Ideal o del Diario de Almería, hablar sobre las elecciones norteamericanas de mitad de mandato, que acababan de celebrarse: ¿les suena?, de republicanos golpistas y ultras a los que, sin embargo, votaron más de la mitad de los electores norteamericanos que, por tanto, son unos ultrafascistas y ligeramente golpistas, todos ellos. 

Por contra, La Voz de Almería se circunscribía a la información local y poco más... información que me dio la impresión de ser mucho más próxima al lector, es decir, mucho más políticamente incorrecta, por tanto, mucho más fiel a la verdad.  

En resumen, que analizando, en un mismo día, las ediciones de los tres periódicos almerienses insisto y persisto: en la sociedad de la información, la verdad circula por conductos estrechos. Los grandes no son mejores y tienen más intereses sobre todo con el tópico. Si abandonan el discurso dominante... dejarían de ser grandes. 

Para saber lo que ocurre en Almería, me quedo con la Voz de Almería, mucho menos riguroso pero más próximo a la verdad, al menos en lo que cuenta. Eso sí, Ideal y Diario de Almería son mucho más rigurosos... y con más páginas y más publicidad.