Para este curso universitario 2021-2022 ya no estarán en sus cátedras de Historia y Comunicación, ni Javier Paredes (Universidad de Alcalá de Henares) ni Gabriel Galdón (Universidad San Pablo CEU). Perdemos referencia y eso no es bueno, aunque todavía les queda mucha guerra que dar.

Los hechos son sagrados pero no tan sagrados como la verdad, combinación de realidad, razón y corazón

Gabriel Galdón nos ha dejado como regalo, que espero no sea de despedida, 21 ideas. Sobre Infoética: el periodismo liberado de lo políticamente correcto. 12 profesores comentan su idea. Sí, empleo el singular, porque hay dos tipos de catedráticos en el mundo universitario: los que a lo largo de su vida aportaron una idea y aquellos que no aportaron ninguna. Que hayan aportado más de una no conozco, pero estoy dispuesto a aceptar, como hipótesis de trabajo, que los hay. Sólo digo que yo no conozco ejemplares de esta especie.

Pues bien, el libro de fin de cátedra de Gabriel Galdón, bajo el epígrafe Ideas 2021 lleva por subtítulo sobre “Infoética: el periodismo liberado de lo políticamente correcto”, que no es sino el título de su obra más conocida.  Precisamente, Infoética es su obra más conocida, donde lanza un ataque a la objetividad periodística y pone patas arriba todos lo tópicos en los que se sustenta -por eso está en derribo- el edificio periodístico de los últimos 50 años.

Los hechos son la materia prima, la razón ordena los hechos para concluir y el corazón salva los prejuicios

Intentemos resumir, por qué la idea galdoniana, es tan sencilla como compleja, ni simple ni complicada. Hay que hacer un esfuerzo.

Yo describiría la tesis del catedrático Galdón de la siguiente guisa: sólo el hombre puede equivocarse, ergo, sólo el hombre puede acertar. Ya saben aquella anécdota de la era del positivismo francés que le enseñaron al francés Louis Pasteur: la ciencia no tiene ni fe ni patria. A lo que el científico católico respondió: ‘Es cierto, la ciencia no tiene ni fe ni patria, pero los científicos sí’. Y resulta que son los científicos los que hacen la ciencia.

La ciencia, por sí misma, no existe.

De igual modo que en el periodismo, los famosos hechos, por sí mismos, no existen: lo que existen son periodistas que cuentan hechos. Y los periodistas, como los científicos, si tienen fe, patria y hasta manías. Y menos mal que las poseen porque así podrán explican los hechos, que un periodista es algo más que una grabadora.

Al periodista no hay que pedirle objetividad: hay que pedirle rectitud de intención para explicar los hechos.

Por todo esto, Gabriel Galdón, el hombre que tuvo la genialidad de condenar la objetividad periodística y apostar por la certeza, nos explica que la objetividad periodística no sólo no es posible sino que, de serlo, resultaría poco recomendable. Entre otras cosas porque el llamado periodismo objetivo sencillamente no dice nada.  

Sólo hay dos tipos de personas pensantes: los dogmáticos que saben que lo son y los dogmáticos que no saben que lo son

Los hechos son sagrados, argumentan el pensamiento políticamente correcto y el periodista objetivista… pero resulta que no son tan sagrados como la verdad, que supone una combinación de hechos, razón y corazón. Hechos como materia prima, racionalidad para extraer conclusiones de los hechos desnudos y corazón para pronunciar juicios de valor, aquellos que convierten al hombre en ser pensante.

Dicho de otra forma, los hechos no son otra cosa que materia prima, la razón ordena los hechos y el corazón salva los prejuicios.

Como Galdón es un chestertoniano impenitente, también podemos decirlo con palabras del periodista inglés, quien denunciaba lo único que el hombre moderno no se atrevía a decir: esto está bien… o esto está mal.

No le tengan miedo a la subjetividad con probidad porque es la única forma de explicar la realidad al público… y esa sí es la tarea de un periodista.

Los hechos, defiende el profesor Galdón,  por sí mismos, no dicen nada, por muy sagrados que sean.

Y una última cuestión: dado que es el hombre el único ser criado que pueda alcanzar la verdad, y con ella la certeza, recuerden que sin dogma previo ningún pensamiento es posible. Entre otras cosas porque dos más dos sólo son cuatro en base 10 y por definición.

Otra vez Chesterton: “sólo conozco a dos tipos de personas, los dogmáticos que saben que lo son y los dogmáticos que no saben que lo son”.

¡Ah!, lo único objetivo es la verdad, no el periodismo. ¡Laus Deo!