Parece ser que el aviso de un giro a la derecha, o dicho de otra forma, el revolcón progre woke que han dado de este gobierno, se ha cumplido. Y cuando todavía estábamos sanando la resaca de la madrugada del 28 al 29 de mayo, aún mojando los churros del café, Pedro Sánchez -no defrauda nunca-, nos convoca a unas elecciones generales el 23 de julio. Y digo yo, ya puestos a ser original podría haber sido el 18 de julio, que no es mala fecha tampoco.

El narcisismo de este presidente no le permite pensar en nosotros, ni tan siquiera para hacernos daño, porque Pedro Sánchez solo piensa en Pedro Sánchez y, si le queda algo de tiempo, piensa otra vez en Pedro Sánchez. Pero sacúdanse los complejos de que le llamemos malo, porque no solo pensamos esto los que no votamos a Sánchez. También, sus propios compañeros de partido, los barones socialistas, por ejemplo, Emiliano García-Page, se ha expresado tan abiertamente como yo: «es una huida hacia adelante de quien es consciente de que ya no está en condiciones de mantener la cohesión del partido». Y a continuación sentencia: «Solo piensa en sí mismo».

Muchos han valorado las consecuencias de esta decisión demasiado personal de Pedro Sánchez. Y preocupa mucho, porque un tipo portador de la tríada oscura del mal -narcisismo, maquiavelismo y psicopatía-, de lo que ha dado generosas muestras a lo largo de estos años, pueden ser tremendas, especialmente para los que dependen de él, en este caso todos nosotros, España entera.

Sus propios compañeros de partido, los barones socialistas, por ejemplo, Emiliano García-Page, se ha expresado tan abiertamente como yo: «es una huida hacia adelante de quien es consciente de que ya no está en condiciones de mantener la cohesión del partido»

Pero lo que de verdad importa son sus intereses políticos escondidos. Lo primero es lo primero y, como sus barones le culpan del descalabro porque «Pedro nos ha hundido», con esta maniobra bloquea la posibilidad de que el propio PSOE le pueda expulsar del partido porque no da tiempo a fabricar un sustituto. Por otro lado, también quiere hacer correr al Partido Popular y a Vox para que se tropiecen por las prisas en sus decisiones de los acuerdos municipales y autonómicos, pero sospecho que eso no será así. Para empezar, porque las declaraciones de Feijóo sobre que gobierne la lista más votada ponen en blanco sobre negro la intención explícita de volver al bipartidismo y eso le aleja de la negociación con Vox. Quizá pretende que Vox apoye sus candidaturas porque sí, que va a ser que no...

Sinceramente, hoy por hoy, es más creíble, guste o no, la palabra de Santiago Abascal que la de Feijóo o Sánchez, y me temo que no sucederá. Abascal no se dejará achantar por razones de esta índole. Es más que posible que Vox se abstendrá y el Partido Popular perderá muchas ocasiones de gobernar dando pie a que el PSOE siga gobernando en lugares, como es el caso de Extremadura con el consiguiente tirón de pelos que se estará dando María Guardiola, candidata extremeña popular, más progre y roja que el propio Fernández Vara. Feijóo odia a Vox, o es sordo-ciego, si se tiene en cuenta lo bien que está funcionando este maridaje en Castilla y León, donde todas las provincias se podrían teñir de azul gracias a la fuerte entrada de Vox en todas las provincias.

Otra de las posibilidades que seguramente está en los cálculos de Sánchez, es el todo o nada. Su soberbia no le permite rehacer el planteamiento político que todos los que trabajan con él desde el Gobierno o desde el partido, le han avisado: «Seguir igual es suicida» o «Esta confrontación extrema nos ha penalizado», de forma que el PSOE centralista busca la moderación política que pasaría, sí o sí, por distanciarse de todos los compañeros que le han permitido aguantar en la poltrona todo este tiempo: comunistas, filoetarras y separatistas, pero con el inconveniente de que pudiera volver a necesitarlos el 24 de julio para cerrar otro nuevo gobierno Frankenstein.

Es más que posible que Vox se abstendrá y el Partido Popular perderá muchas ocasiones de gobernar dando pie a que el PSOE siga gobernando en lugares

La realidad es tozuda y muestra sin ninguna duda que el voto huérfano de Ciudadanos ha buscado casa entre los populares. Pero Sánchez, erre que erre, y su equipo creen que a estas generales no les queda más que plantearlas como o yo o el caos, arracimando a la izquierda bajo su bota con la amenaza creciente de su desaparición, como está sucediendo con Podemos. La campaña que el equipo de Moncloa propone es cara de perro contra el PP, y para muestra el vídeo que ha lanzado donde recuerda la guerra de Irak, el Prestige y el 11M. En esto los populares tienen las de perder, porque los socialistas juegan a su modo, sucio y sin complejos, frente el trastorno de personalidad política que atenaza a los populares, por el que se les tilda de derechita cobarde. De todas formas, Pedro Sánchez está colmando la paciencia por su sociopatía política y puede que su propio partido le ponga fuera -por segunda vez- debido a su hartazgo.

Alberto Núñez Feijóo pretende forzar el voto útil de manera coercitiva. Si la derecha sociológica -una más derecha que la otra-, es capaz de formar gobiernos en todas las plazas posibles, pero por esta estúpida pose de honestidad de “el partido más votado”, que jamás admitiría la izquierda en la situación actual, los electores dejarán caer al PP como ya hicieran con Rajoy en su segunda legislatura, al sentirse engañados, utilizados, manipulados, y desposeídos de representación.

Sánchez, erre que erre, y su equipo creen que a estas generales no les queda más que plantearlas como o yo o el caos, arracimando a la izquierda bajo su bota con la amenaza creciente de su desaparición

Lo que sí es cierto, y extrapolando los datos del 28/M, la posición del Partido Popular se fortalece muy por encima del PSOE pero necesitaría a Vox para no gobernar en minoría, porque sin él no sería nada más que un muñeco de goma que recibiría por todos los lados. Por el contrario, si la política de Feijóo pretende ser continuista en las leyes de género, se encontrará con un socio, Vox, que no lo admitirá y tendrá graves problemas por el choque del ideario. Y por último, si los populares llegaran a pactar con los socialistas ninguneando a los de Santiago Abascal, sería la mayor traición que ningún votante de derechas podría imaginar porque, si quisieran eso, habrían votado a Sánchez o cualquier otro partido de izquierdas. Sería un suicidio político que dejaría al borde de la extinción al partido. La sociedad ha hablado y quiere un gobierno ni progresista, ni sociocomunista, y el Partido Popular tiene la obligación, la responsabilidad, de hacerlo posible.

Sociedad y política (Aguilar), de vv.aa. el modo en que se ha ido redefiniendo históricamente la correspondencia entre democracia y capitalismo y las consecuencias que este proceso ha tenido sobre las bases sociales de la actividad política; la acción política que los ciudadanos llevan a cabo en el seno de las sociedades democráticas contemporáneas y los mecanismos a través de los cuales se convierten en actores políticos; y el problema del cambio sociopolítico.

La política vigilada (UOC), de Antoni Gutiérrez Rubí. Se está produciendo un cambio radical en la comprensión y aceptación de una determinada praxis en la gestión política e institucional. Este libro pretende explorar el fenómeno creciente de la política vigilada, haciendo un recorrido por los principales conceptos que la sustentan y explican.

Política y emoción (Pirámide), de Rafael Bisquerra. A qué seguramente se ha hecho preguntas como… ¿Qué relación hay entre política y emoción?, ¿para qué sirven las emociones en la política?, ¿cómo afectan las emociones a los procesos políticos y sociales?, ¿qué podemos aprender de las emociones para gestionar mejor la política y los movimientos sociales? Este libro responde a esto y mucho más.