Ya he dicho que me equivoqué, lo cual resulta verdaderamente extraordinario en mí. Ahora resulta que la Iglesia no va a acabar en los tribunales de justicia -altares de la modernidad, único dogma del progresismo- por homofobia, sino por pedofilia. El asalto a la catedral de  Bruselas por las muy legítimas fuerzas del orden belgas, con la fiscalía al frente, en una arriesgada misión donde tuvieron que reducir a unos cuantos obispos, alguno de mucha envergadura, y decenas de canónigos de la zona, es un buen síntoma del cambio operado y de mi lamentable error.

El asunto es que cuando se profanan templos y tumbas las de dos cardenales- uno siempre piensa en satánicos, radicales u oligofrénicos. Pero no: estamos hablando de la Fiscalía belga, del Gobierno belga, de las instituciones belgas, de la  democracia belga. Do you understand?

Todo muy institucional y camino de lo grotesco. Ojo al dato: la Fiscalía de Bruselas, es decir, el poder político, acusa a la Iglesia de atentado contra el pudor. Sí, han leído bien: los progresía acusa a la Iglesia de impúdica. Nuestro Conde Pumpido, de nombre Cándido, podría explicarles a todos que la modernidad vela por el pudor. Y por lo que haga falta, si se trata de enjaular a un cura.

No es que la justicia bruselina persiguiera a ningún pederasta, que esos ya están condenados, sino a los posibles encubridores de peredastas, cosa muy distinta. El término encubridor tiene un campo semántico amplísimo, interminable. El New York Times, que para eso es el New York Times, como su mismo nombre indica, fue el primero en emplear técnica tan científica: no, si no le acusamos a usted, señor Papa, de un crimen tan nefando como el de pedofilia; le acusamos de encubrirlo. Los modernos comecuras están muy empollados en catecismo, así que recurren al pecado de omisión: lo siento querido amigo, tenemos que meterle en chirona, no por pecar, sino por no impedir, con la necesaria energía, que otros lo hicieran. ¿Qué usted no sabía que el tal cura cometía tamañas tropelías? ¿Cuándo se enteró puso los medios para que no se repitiera? Bueno sí, pero lo cierto es que estaba bajo su jurisdicción, debe usted asumir su responsabilidad.

Algo parecido a enchironar a Su Majestad el Rey de España porque un funcionario de la Casa Real haya defraudado a la Hacienda pública.

Es igual, el caso es que el fiscal belga decidió, con toda la fuerza moral del Estado de Derecho, naturalmente, entrar en la Iglesia, quitarle los móviles a los miembros de la curia son muy peligrosos-, registrar la catedral y, de paso,  profanar un par de tumbas donde sospechaba -¡ajajá!- que podían existir pruebas de connivencias y encubriciones varias. ¿De pederastia? ¿En tumbas de obispos finados? Sí, qué pasa. Mi madre siempre me dijo que no me fiara de los difuntos, que no todos son buenos.

El relato del fiscal responsable del allanamiento, Jean-Marc Meilleur, es bello e instructivo. Este servidor de la ley nos cuenta que un empleado de la catedral había comunicado al juez que, recientemente, se habían realizado obras algunos catafalcos  y que, naturalmente, los investigadores entraron en sospechas. ¿Se creen que la policía es tonta? Ve una colilla y concluye: aquí han fumado.  Así que se decidió que el enterramiento era soterramiento destinado a ocultar delitos de pedofilia. Conan Doyle se retorcería de envidia en su tumba -si es que no ha sido profanada por la fiscalía belga- porque a él nunca se le ocurrió someter a Su Holmes a un enigma tan potente, a una pericia de tamañas proporciones. Recuerden que los antropólogos consideran que la civilización comienza cuando se entierra alza muertes, cando se rinde culto a los antepasados. Menos mal que al noble operario no se le ocurrió decirle al juez que se habían realizado obras en los alrededores del sagrario.

De paso, las fuerzas del orden también amedrentaron al anterior primado de Bélgica, Godfried Daneels, más que nada por fastidiar. Entraron en su residencia, la igual que en el Obispado en busca de pruebas. El hecho de que encontraran las mismas que en las tumbas de la catedral, ninguna, no quita un adarme de mérito a su democrática labor.  

¿Se imaginan que, en lugar de los belgas hubiera sido la Fiscalía italiana la que hubiera entrado en el Vaticano, un Estado independiente sí, pero muy poco soberano.

Y la muy católica Bruselas, cada vez más cerca de la Haya, paradigma del Nuevo Orden Mundial (NOM) quien pretende sustituir a los diez mandamientos por el derecho internacional y por el Gobierno mundial, que no es otra cosa que la tiranía global.

Y si digo que queda poco tiempo es porque arrastras a la Iglesia especialmente al Papa, que es el premio gordo- al banquillo de los acusados significa que el Enemigo se está quitando la careta porque vislumbra el triunfo. Ya le ocurrió lo mismo en el episodio acaecido en Jerusalén hace 2010 años, peor recuerden que el adversario del Cuerpo Místico es listo pero no tanto como él se cree. Entonces pensó que rozaba el triunfo con las manos y un instante después comprendió que vivía su gran fracaso.

Episodios como el de la profanación de la catedral de Bélgica demuestran que la batalla en campo abierto ha comenzado. Una batalla que, una vez más, ganará el Reino y perderá el mundo. Porque toda la historia de la historia se resume en el viejo principio que he elevado a lema de mi vida (esto no es relevante): de derrota en derrota hasta la victoria final. La victoria final es de la Iglesia naturalmente, del Cuerpo místico de Cristo. Es decir, de quien ahora se sienta en el banquillo de los acusados. Jueces y fiscales serán condenados.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com