Inasequible al desaliento, Francisco Luzón, consejero-director general del SCH, se ha presentado ante el mismísimo Emilio Botín para postularse como presidente del banco (de transición, naturalmente), si las cosas vienen mal dadas en los juzgados. Luzón y su cerebro gris, Marcial Portela, venden que el Gobierno Zapatero no le debe nada a la familia Botín y que éste necesita un financiero "de carnet", bien visto por el nuevo Gobierno, para que el fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido, quien, naturalmente, es independiente del Ejecutivo, no muestre una especial animadversión en ningún de los tres capítulos pendientes del Santander: cesiones de crédito, indemnizaciones de Amusátegui y Corcóstegui y, ahora, el pago en acciones de Banesto al equipo que reflotó la entidad. Este último, por cierto, un caso paralizado que, con la llegada de los socialistas, ha vuelto a salir a la luz.

 

En definitiva, Luzón, que fuera nombrado presidente de Argentaria por el PSOE, está dispuesto a hacer valer sus buenas relaciones con los nuevos gobernantes para plantear un puente de oro entre Emilio Botín y Ana Patricia Botín.

 

Algunos piensan que entre estas dos orillas no se necesita puente alguno, pero quizás eso sea lo de menos. Aquí hay que recordar varios precedentes: el primero, que los Botín nunca se han llevado mal con el poder, sea este de izquierda o de derechas. Es más, fue Felipe González quien pidió a Emilio Botín que contratara a Luzón cuando el nuevo Gobierno Aznar le arrebató la Presidencia del Consejo de Ministros. Eso sí, lo primero que le dijo Botín a Luzón fue:

 

-No sueñes con ser consejero delegado. Esto es un banco familiar.

 

Pues bien, ahora se ofrece como presidente de transición. No sé si a Jaime Botín le va a gustar.