Anxo Quintana, candadito del Bloque Nacionalista Galego (BNG) a la Xunta de Galicia, se ha reunido en un mitin con mujeres (esto de los mítines para féminas comienza a ser costumbre, sólo que quienes se dirigen a ellas para alabarlas y robarles el voto suelen ser varones) y ha prometido que si alcanza el poder dará una paga de 600 euros mensuales a las mujeres maltratadas. El rigor no es propio de los mítines, por lo que Anxo no ha explicado por cuánto tiempo. Como diría el ínclito Antonio Burgos: esto se llama una bofetada bien aprovechada, por no hablar de que podríamos encontrarnos, para gozo del ministro José Caldera, con un improbable subidón de malos tratos en España.

Está claro que a la mujer maltratada, incuso al hombre maltratado, hay que ayudarla, pero hay otro colectivo de mujeres que precisa mucha más ayuda, y que es mucho más numeroso que el de las mujeres maltratadas: las mujeres-madre.

El partido Familia y Vida propugna en su programa la creación del salario maternal, ya existente en otros países. Un salario que, precisamente, cifraba en 600 euros (las antiguas 100.000 pesetas) al mes, al menos hasta que los chavales vayan al colegio de forma habitual (aunque ahora pretenden que pasen del paritorio a la guardería). El salario maternal es, en efecto, el gran reto de la justicia social actual en todo Occidente.

En pocos años, y a pesar de que los inmigrantes logran elevar el nivel, España será un país en que existan tantos nacimientos como muertes, tantos bautizos como entierros. Ante panorama tan pavoroso, y considerando que el gran fracaso de las últimas políticas económicas, tanto las del PP como las del PSOE, ha constituido el imposible precio de la vivienda, digamos que la mujer que se decide por la maternidad es, además de una heroína, la que colabora con más eficacia al bien común. Si algo necesita hoy la sociedad europea son hijos. Y sin hijos, si lo quieren en clave materialista, no hay economía que aguante ni Seguridad Social que nos cobije, ni pago de pensiones ni prestaciones públicas para mujeres maltratadas. Sin hijos, la economía simplemente se muere.

El pago de pensiones de jubilación como hecho generalizado no tardará mucho en cumplir los 100 años de vida. Pues bien, hay que abrir una nueva prestación, aún más importante que la de jubilación, la sanitaria o la educativa: el salario maternal: la sociedad tiene el deber de financiar a las mujeres que aportan nada menos que nuevos contribuyentes. Es, hoy por hoy, la principal tarea de Occidente Pero la socialdemocracia no parece haberse enterado. La socialdemocracia está dirigida por progres cincuentones y sesentones, que sólo quieren asegurarse su jubilación y a los que las nuevas generaciones les importan bastante poco entre otras cosas porque apenas han tenido hijos.

Eulogio López