Parece que esta vez va en serio, que alguna vez los vaticanólogos tenían que acertar. El Papa Francisco ha aceptado la renuncia, presentada, hace más de dos años, por el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela (en la imagen). Eso significa que habrá un nuevo obispo de Madrid.

Rouco ha sido un buen obispo. Un hombre que ha reflotado el seminario madrileño, antes vacío y ahora con vocaciones. Un hombre inteligente que quería a su lado sacerdotes que, además de creer en Cristo, amen a Cristo.

A éstos, que no al obispo van dirigidas mis críticas. Porque vivimos un momento en el que la fe y la caridad se presupone a los clérigos, como el valor a los militares. Y sí: el panorama es un poco triste. En 20 años, Rouco ha mejorado la formación y la pastoral de los sacerdotes madrileños. Ese es su gran mérito y hay que aplaudirle. ¿Cómo se mide la santidad de una persona Por sus hechos, los conoceréis.

Por ejemplo, yo sí rompería la baraja, sobre todo con la clase política. Por eso nunca llegaré a obispo: Laus Deo

Luego está el juicio sobre esa segunda tarea episcopal, la de Gobierno sobre los curas y laicos que ayudan en esa tarea. Es cierto que la Iglesia debe dejar su labor de gestión a los seglares. Hay aspectos de la vida social sobre las que los curas no entienden o, si entienden, no deben meterse en ellas. Los presbíteros deben dedicarse a administrar sacramentos y a predicar. Eso sí, los laicos, en contraprestación, no deben comportarse como parásitos de la Iglesia sino como servidores de la misma. Y de todo hay en la diócesis de Madrid. Ya saben: a la Iglesia no se viene a hacer carrera sino a servir.

En esta tarea de Gobierno, diríamos que Rouco ha sido un obispo tan ortodoxo e inteligente, pero que nunca ha querido romper la baraja. Yo la habría roto, sobre todo cuando se trata de hablar con el poder político, dada la degeneración de la vida social en España y su descristianización. Pero eso sólo significa que yo nunca llegaré a obispo: Laus Deo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com