El responsable de Repsol YPF en Iberoamérica, Enrique Locutura, vivió una jornada inolvidable el pasado fin de semana en La Paz. En nombre de Repsol, formó un acuerdo previo, que conste- bajo la atenta mirada de dos formidables cuadros del presidente Evo Morales y, cómo no, del Che Guevara. Para que no faltara de nada, los directivos de las petroleras presentes en Bolivia firmaron rodeados de militares que no se molestaron en ocultar sus armas.

Dicho lo anterior, hay que aclarar que no se trata de ningún acuerdo definitivo, sino de un preámbulo o declaración de intenciones sobre la explotación del gas boliviano. Por de pronto, dos cuestiones: se negociará, uno por uno todos los yacimientos y, además, el acuerdo deberá ser aprobado por la Asamblea boliviana en un país donde las órdenes políticas pueden cambiar en cuestión de horas.

Así que lo que hay es más buena voluntad que otra cosa. Morales, eso sí, podrá presumir de que los yacimientos vuelven a manos bolivianas. Eso no sólo es cierto, sino que, además, nadie se lo ha discutido nunca. En este sentido, Bolivia era la excepción, no la regla, dado que la mayor parte de los estados productores de hidrocarburos son propietarios de las riquezas de su subsuelo. Eso sí, el gobierno de La Paz pretende, también, el 51% de Andina, la filial de Repsol YPF en el país. Eso ya es otra cuestión, pero se supone que la petrolera cederá. Eso sí, como Bolivia no piensa pagar un duro por las acciones, Locutura exigirá mejores condiciones. Es una situación anómala por cuanto la costumbre habitual en el mundo del petróleo consiste en que la propiedad es del Estado, pero la empresa explotadora funciona como una compañía de servicios con plena autonomía a la hora de decidir la inversión. Además, la tiranía de los mercados financieros impone que una petrolera o una gasera cotiza según el grado de reservas que atesora. Esto lo sabe muy bien Repsol, que meses atrás se vio obligada a reducir su volumen de reservas, lo que le supuso un duro castigo bursátil. Pues bien, de confirmarse el precitado esquema de propiedad, las reservas de gas boliviano se apuntarán en el patrimonio del gobierno de La Paz, no en el balance de Repsol YPF.

En tercer lugar, yacimiento a yacimiento, se discutirá qué tanto por ciento del gas extraído se lleva Bolivia y cuánto Repsol. Se habla de una media del 80% para los bolivianos y del 20% para la compañía española, pero dependerá si se trata de instalaciones de nueva planta o de campos cuyas reservas son ya marginales. Para que se hagan una idea, en Libia Repsol se lleva uno de cada diez litros de petróleo extraídos. No son dos casos comparables por dos razones: porque el subsuelo libio es mucho más rentable que el boliviano y porque en la dictadura libia existe más seguridad jurídica que en la semidemocracia de don Evo Morales.