El Gobierno Zapatero está feliz. Empresarios y sindicatos han firmado un acuerdo para crear de consuno el Sistema Nacional de Dependencia, es decir, la atención a toda persona dependiente, sea por razones de edad muy poca o muy provecta-, sea por minusvalía física o psíquica o por enfermedad irrecuperable. Y es lógico que estén contentos. Con esas sumas tan curiosas que siempre hacen los políticos, acaban de concluir que la atención a los dependientes de terceros puede crear 300.000 puestos de trabajo y supone una tercera parte del PIB.

La verdad es que si se trata de expresar la riqueza de los países en términos de crecimiento económico mal vamos. Llegaríamos al Keynes más radical, aquel de que si hay 100 obreros parados hay que poner cincuenta a cavar hoyos y 50 a rellenarlos. Quiero decir que atender al dependiente es algo loable y espléndido, que aumenta el producto interior bruto pero algo menos la productividad. Es igual: hay que crear el Sistema Nacional de Dependencia.

Es más, los promotores del SND hablan de que están construyendo, justamente en la era Zapatero, la cuarta pata del Estado del Bienestar, que completará las prestaciones por jubilación y desempleo, la sanidad y la educación. Asimismo loable. Ahora bien, en toda Europa, tradicionalmente se ha considerado (así lo ha venido haciendo la oficina estadística comunitaria, Eurostat) que la famosa mesa del Estado del Bienestar ya tenía cuatro ptas. En efecto, en toda Europa, a las tres extremidades precitadas se les añadían las prestaciones familiares, que era, justamente donde España se quedaba descolgada en las comparaciones. Podíamos resistir mal que bien los parangones en materia de pensiones y subsidios, de educación y sanidad, pero en familia simplemente nos desplomábamos. Las prestaciones familiares en España simplemente no existen.

Otra preguntita: y si ahora no hasta existido un SND, ¿cómo sobrevivían los dependientes? ¿Es que en España no hay disminuidos psíquicos, paralíticos cerebrales, minusválidos físicos, ancianos impedidos, enfermos imposibilitados, etc.? Parece se que sí. Lo que ocurre es que, históricamente ha sido la familia, la denostada familia tradicional, quien se ha ocupado de los dependientes de todo tipo, sin ninguna ayuda por parte del Estado

Y así, ese amigo de la humanidad que es el ministro de Trabajo, Jesús Caldera, bien podía haber decidido apoyar a la familia, pero no : ha preferido crear un rimbombante Servicio Nacional de Dependencia, que, naturalmente, antes de comenzar a ayudar al primer dependiente generará la correspondiente burocracia. Si las patronales y sindicatos colaboran, entonces la burocracia se multiplicaría aún más.

¿Por qué? Pues por una cuestión ideológica, como siempre. Para Caldera la familia tradicional o sea todas las familias menos las raritas- son el enemigo, son, en verdad, una célula de resistencia a la opresión estatal. Se ha atacado tanto a la familia desde el Estado que ahora está muy malparada, desunida, quebrada y, lo que es más grave, está egoísta. Por eso, la familia ya no está dispuesta a cargar con dependientes, por ejemplo con ancianos, y han decidido que sea el Estado quien se ocupe del asunto, que no pondrá ningún cariño en ello, claro, pero sí mucha profesionalidad y, sobre todo, muchos euros. Euros que saldrán de los impuestos pagados por la familia pero de esa forma se nota menos.

Y he aquí como una bella idea, sin duda aplaudible, parte de un supuesto que no es sino el comienzo de todas las tiranías, que consiste en que los padres manden cada vez menos y el Estado mande cada vez más. Cuando se habla del protagonismo de la sociedad no estamos hablando de otra cosa que del protagonismo de los individuos y las familias frente al Estado.

Y todo esto, queridos niños, es bello e instructivo. ¡Que viva el Sistema Nacional de Dependencia, un nuevo filamento de la soga con la que nos ahorcarán algún día!

Eulogio Lopez