Carlos Slim y José Manuel Lara son los dos candidatos para hacerse con la totalidad del grupo. En la opción de Telmex están comprometidos Juan Luis Cebrián, que no quiere marcharse a casa, y Felipe González. Por el contrario, sus hijos Ignacio y Manuel, y sus sobrinos Jaime y Javier, quieren vender lo accesorio y quedarse con el corazón del negocio: El País, la SER y Cuatro

 La salida de parta de banco de la última Junta de Accionistas de PRISA, cuando acusó al Partido Popular de buscar la guerra civil pudo ser un calentón de don Jesús. A fin de cuentas, es un personaje muy aficionado a irse de la lengua y lo suficientemente arrogante como para pensar que no le debe nada a nadie. Ahora bien, también podía ser una estrategia calculada de quien ha puesto su empresa en venta.

Las cifras son estas: PRISA tiene una deuda de 1.800 millones de euros frente a una facturación de 2.800. Se podía decir que más debe acciona, pero la naturaleza de los bienes de PRISA es bien distinta: hablamos de intangibles. Naturalmente, no hay banco español que se atreva a presionar al Sr. Polanco, pero al final las deudas son deudas y hay que pagarlas. A esto se une una sucesión no aclarada. En estos momentos, la pugna entre los hijos y sobrinos del cántabro y el consejero delegado de PRISA, Juan Luis Cebrián, no puede ser más enconada. Sus hijos, Ignacio y Manuel y sus sobrinos Jaime y Javier Díez Polanco quieren continuar controlando PRISA y reducir la deuda disminuyendo el perímetro de negocio. En otras palabras, se trataría de vender la prensa local, la internacional, Cinco Días, Santillana, paquetizar y sacar a bolsa los activos iberoamericanos, especialmente las emisoras de radio, y, sobre todo, librarse del fardo de la TV de pago, que a pesar del monopolio es un desastre. Frente a la familia, el consejero delegado, Juan Luis Cebrián, que no tiene ningún empeño en jubilarse, quiere la venta en bloque. A Cebrián le apoya toda la vieja guardia de El País, le apoya Felipe González y el consuegro de éste, Carlos Slim. Y de la misma forma que Jesús Polanco por nada del mundo le vendería su imperio a Murdoch (Polanco siente verdadera obsesión anti Aznar, delegado de Murdoch en España), Juan Luis Cebrián no acepta que el comprador sea José Manuel Lara.

Curiosamente, el drama de Jesús Polanco salpica a la familia Botín. No olvidemos que Emilio Botín y su hija Ana Patricia mantienen las mejores relaciones tanto con Jesús Polanco como, en el caso de la presidenta de Banesto, con Isabel Polanco. Sin embargo, Jaime Botín, tercer accionista de PRISA, apoya decididamente la opción de Cebrián.

La delicada situación de prisa evoca otro enfrentamiento, esta vez en el seno de la propia familia socialista: PRISA sigue siendo el grupo del felipismo, mientras que la Sexta se ha convertido en el multimedia del zapaterismo. Naturalmente no se trata de un enfrentamiento mortal. La tradición del socialista exige que los trapos sucios se laven en casa (lo que no ocurre en la derecha), pero el afán de protagonismo sigue siendo un factor importante