El asunto SEAT vuelve a estar sobre la mesa en Volkswagen: o reducción de tamaño, o cierre, o venta. El mandamás de VW nunca ha aceptado la venta a un competidor: prefiere el cierre. El español García Sanz ha sido el más duro con el Gobierno a la hora de criticar el fin de las ayudas oficiales

Las ayudas públicas generan una falsa percepción de bondad que se termina esfumando tan pronto como termina la respiración artificial. Es lo que ha ocurrido con el sector del automóvil. Las ventas en agosto han caído un 23,8% como consecuencia de un doble efecto perverso: por una parte la retirada de las ayudas y por otra la subida del IVA. Es decir, en los meses anteriores se produjo efecto anticipación. Un 10% de los concesionarios no vendió ni un solo coche en agosto.

Ahora el sector reclama que se sigan manteniendo los programas públicos para incentivar la demanda. Argumentan que entre impuesto de matriculaciones e impuestos de hidrocarburos, las ayudas son un chollo para el Estado. Hasta ahora, el más duro en sus críticas respecto a las ayudas ha sido el presidente de ANFAC, Francisco Javier García Sanz. En cualquier caso, la mala marcha del sector también afecta a SEAT, la única marca del Grupo Volkswagen que dio pérdidas en 2009. Poco importa que SEAT haya sido la marca que más turismos ha vendido en España entre enero y agosto.

Así que en la multinacional alemana se vuelve a hablar del futuro de la marca de origen español. Especialmente Ferdinand Piëch, presidente del Comité de Supervisión, que se ha caracterizado por no tener mucho cariño a SEAT. Hace dos años se plantearon tres salidas para la crisis: cerrar SEAT, venderla o reducir la capacidad de Martorell. Piëch rechazó cualquier posibilidad de venta a la competencia y optó por la tercera opción, pero la que más le satisfacía en realidad era la primera. Los alemanes apretaron las tuercas a los trabajadores de SEAT con la promesa de que el Q3 se fabricaría en Martorell. La fabricación del nuevo modelo de Audi logró frenar la sangría de EREs. Pero tras aceptar las condiciones del patrón, los malos tiempos amenazan de nuevo a la factoría española y Piëch piensa si su opción favorita, el cierre, debería retomarse.

Mariano Tomás

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