Sr. Director: 
La ausencia de pactos o consensos básicos entre el Gobierno y la oposición para afrontar la crisis económica (fuera de casos puntuales para aprobar unos presupuestos)  o atajar el fracaso escolar ha suscitado en la sociedad una frustración comprensible que actúa en el subconsciente colectivo con una descalificación generalizada de la clase política que ni el campeonato mundial de futbol logró acallar.

 

Pero hay que tener cuidado con los juicios precipitados. En el caso del pacto por la educación, tan demandado por la sociedad y por el propio rey Juan Carlos, el Gobierno ha aparentado una negociación que, de antemano, sabía que no llegaría a buen puerto. La razón es bien simple: el único objetivo del ministro de Educación era imponer el programa socialista envuelto el celofán de decenas de medidas secundarias que cualquiera podía suscribir. No ha habido pacto porque faltaba voluntad. Que el ministro continúe en el cargo es una muestra clara.

Valentín Abelenda Carrillo