La responsabilidad está en la policía

Hay una mano negra policial que rescata material judicialmente inservible, señala González Pons. Tiene razón. El tema de los bolsos de Barberá fue desestimado por el juzgado y sin embargo, alguien, una mano negra, lo filtró a El País. La responsabilidad, sin embargo, no es del periódico que publica, sino de la mano negra que filtra. Un periodista no sólo tiene derecho, sino que tiene obligación de publicar la información a la que tiene acceso aunque su origen sea delictivo. Siempre, obviamente que la información tenga trascendencia pública. En el caso de los bolsos, la tenía, aunque no tuviera trascendencia judicial.

Por eso la denuncia debe ir dirigida no contra el periodista ni contra el editor que están cumpliendo con su deber. La denuncia debe dirigirse contra quien de manera sistemática incumple con su obligación de mantener el secreto de sumario. Es más difícil porque se trata de una mano negra. Pero no conviene errar el tiro.

Por otra parte, dice Barberá que todos los políticos reciben regalos. También todos los periodistas. Pero ha llegado ya la hora de poner freno. Y eso pasa por un cambio cultural. Es verdad que no se pueden devolver regalos porque ofendes al que te lo hace. Pero, ¿y si fuera obligatorio por ley? Ya lo es, pero ¿y si se aplicara? ¿Y si el Gobierno empezara poniendo en valor el denostado Código de buen Gobierno del pobre Jordi Sevilla?