¿Qué es la familia? Además de, como dijera aquel político, una institución de gran importancia pero difícil manejo.

En primer lugar, la familia es una célula de resistencia a la opresión, definición genial del genial Chesterton. Y así es: en el hogar es el único habitáculo del universo donde a la persona no se le mide por la norma mercantil del intercambio, del tanto aportas tanto recibes, sino por lo que es. El enemigo del hombre es el Estado, el aliado, la familia. En cuanto se traspasa la puerta del hogar, nace el mercado, de puertas adentro, impera el cariño. Por eso, cuando lo mejor, la familia, se corrompe, da lugar a la mayor de las desgracias. Lógico.

En segundo lugar, la familia es un compromiso, el compromiso más egregio e importante que se plantea en una vida. Un compromiso para siempre, donde no se intercambian cosas, sino personas. La donación no es de algo, sino de alguien, de uno mismo. El compromiso comienza con el matrimonio de un hombre y una mujer y se extiende a la crianza de los hijos, que exige un esfuerzo ingente a cambio de nada.

En tercer lugar la familia es la inventora de la solidaridad intergeneracional, mucho antes de que existiera la Seguridad Social, hay que insistir: si hubiera una política de ayuda a la familia no sería necesaria una ley de dependencia como la que proyecta el Gobierno Zapatero. La ley de Dependencia no es más que un remedo de la inexistente ley de la familia. Durante toda la historia ha sido la familia la que ha cuidado de enfermos terminales, discapacitados físicos y psíquicos, etc. Sustituir a la familia por el Estado es el comienzo de la tiranía.

Por la misma razón las crisis sociales son siempre las crisis familiares, especialmente el divorcio y las separaciones. Porque todo el entramado descrito depende de una sola cosa: de la seguridad de los miembros de cada familia de que ese refugio tiene vocación de supervivencia. Si esa confianza falla, entonces estamos retorciéndole el cuello a la gallina de los huevos de oro.

Y así llegamos a la Festividad de la Sagrada Familia, 30 de diciembre.

Eulogio López