Juan Pablo II ha decretado el comienzo de un año eucarístico. Por lo general, este pontífice tiene la virtud de ser original en sus planteamientos, pero nunca desprecia subirse a un tren en marcha, si considera que su destino es el adecuado. Lo digo porque algo muy peculiar está ocurriendo en el mundo: el resurgimiento de la adoración al Santísimo. Un curioso fenómeno, que se está plasmando de esta forma: el Santísimo está saliendo de los sagrarios para ser expuesto en las custodias, de tal forma que pueda ser visto y adorado por los fieles y a la vista de todos. Y en paralelo : Las iglesias abren cada vez más horas para que los hombres adoren a Dios. Es otra de las especificidades de la fe católica: un Dios que no sólo está en el cielo, antes y después del tiempo medible, dentro y fuera del espacio creado, sino que, además, se anonada en forma de pan. Un dios-hombre que se fue y se quedó. Los estudiosos de las Religiones, como la ministra de Educación, María Jesús Sansegundo, o Alfredo Pérez Rubalcaba, deberían repara en esa curiosidad casi excéntrica.

En cualquier caso, resulta que, en todo el mundo, parroquias en estado letárgico despiertan y comienzan a llenarse de fieles tras una decisión tan sencilla como esa: Sacar al Santísimo, que se le vea, y abrir las puertas para que la gente entre a adorarle, es decir, lo que más cabrea a Satán.

Lo que lleva a plantearse probabilidades estadísticas:

-Si los templos permanecen cerrados, es muy probable que los fieles no puedan penetrar en ellos.

-Si el Santísimo no se expone nunca, es probable que no se pueda adorar.

-Si el Sagrario está oculto en alguna capilla lateral, es muy probable que el feligrés lo tenga más difícil.

-Y si no existen reclinatorios, a lo mejor nadie se arrodilla.

-Y si el sacerdote no se arrodilla ante el Santísimo, es muy probable que los fieles no lo hagan.

-Y si cada feligrés comulga bajo las dos especies y cada cual introduce la forma consagrada en el caliz, como si se tratara de una galleta fontaneda, es muy probable que la fe se resienta o que se produzcan accidentes, como que se derrame el sanguis.

En pocas palabras, con la exposición y adoración del Santísimo estamos viviendo una verdadera revolución silenciosa. Convendría no estropearlo con tonterías. Muchas comunidades parroquiales han abandonado de repente la tibieza para vivir una resurrección de la fe. Podemos hablar de la clásica, y cada vez más pujante, Adoración Nocturna, pero han surgido otras muchas. Por ejemplo, en Estados Unidos ha nacido la Sociedad Misionera de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento. Son sacerdotes que se dedican a promover la adoración perpetua (es decir, día y noche) del Santísimo Sacramento expuesto en la custodia. Una asociación que ya ha conseguido que una parroquia se apunte a la adoración perpetua en Moscú y otra en Kazajistán, mientras en Filipinas existen 500 adoraciones perpetuas. Por lo que respecta a España, funciona una en Estepona y, desde el 13 de mayo, otra en la parroquia de la Encarnación, c/ García Noblejas, 49. Pongo la dirección por dos razones: la primera, para que si alguien lo lee se apunte; la segunda, porque los conocedores de Madrid saben que no estoy hablando del Paseo de la Castellana. San Blas es una barriada clásica del Madrid suburbial (ahora absorbida por el centro urbano), una zona que no figura en el plano de Madrid de Emilio Botín ni de Francisco González. Yo incluso sospecho que no saben dónde está.

Eulogio López