En la SER, un tertuliano señalaba que estamos en un estado de derecho. Hemos aspirado siempre a la división de poderes, y me pregunto si desde el poder político se le pasan consignas a los jueces. Otra cosa es que haya flexibilidad y acomodación a los tiempos. El estado de derecho es el estado de derecho y la división de poderes es la división de poderes.

 

Para Joaquín, las tensiones y los ruidos del mundo de la política se traspasan al de la justicia. No creo, repasando la mayor parte de las cosas que se han dicho estos días, una operación de descrédito hacia Marlaska. Hay una discrepancia, pero no he visto exacerbación en las críticas. Pertenecen al mundo de la discrepancia, pero no ese factor de descalificación que se percibe hoy en algunos editoriales.

 

Carlos Francino apuntaba no tienen nada que ver las críticas a Marlaska con el tono de las críticas al juez del Olmo. Las actuaciones judiciales son susceptibles de crítica. La prohibición de ayer a Otegui de hablar en un acto del Periódico de Cataluña es de muy difícil comprensión. Aunque otro tertuliano opinaba que ahora debería defender el CGPJ a Marlaska, como defendió a del Olmo.

 

Todos hemos visualizado como un exceso la detención de los dos empresarios, pero yo quiero creer que las pruebas que tenía eran contundentes. A veces, sin conocer el fondo de las cuestiones no me atrevería a opinar más allá, decía otro.

 

Batasuna no juega limpio en esta operación, tiene que cambiar de nombre, tiene que pasar por ventanilla y tiene que pasar por el aro de los partidos democráticos, y tiene que aceptar las reglas democráticas y la primera es condenar la violencia. Batasuna intenta sacar pecho pero hay que aplicar la ley, opinaba otro.