No es un pequeño detalle, es el mayor déficit exterior del mundo en términos relativos. Un indicador evidente de la escasa competitividad de la economía española. Consumimos más de lo que producimos y además compramos a crédito. Y como dice el ex presidente de la CNMV, Blas Calzada, ya no vale devaluar. O sea, que toca devolver en moneda fuerte.

 

Y subiendo, porque el déficit exterior se sitúa en 82.049,8 millones de euros de enero a noviembre, un 37,7% más que en el mismo período del año anterior, según señala el Banco de España. El incremento de las remesas de inmigrantes no ayuda. Pero que el déficit cuenta corriente se sitúe en 74.875 millones de euros (un 19,9% más que en el mismo período de 2005), resulta muy significativo de la enorme debilidad de la economía española.

Las exportaciones crecieron un 10,1%, pero las importaciones lo hicieron un 13,11%. Nos globalizamos, pero a menor ritmo de lo que exigiría nuestra presencia en el mundo. Consumimos desaforadamente, pero no logramos producir con competitividad. A Estados Unidos le ocurre lo mismo, aunque en menor dimensión. Y sobre todo, España no es Estados Unidos.