Una vez más, la vicepresidenta del Gobierno insiste en que no habrá cambios en la política antiterrorista: no habrá un proceso de negociación hasta que ETA deje de matar y de extorsionar, hasta que el Gobierno haya contrastado que el fin de ETA es definitivo. ¿De qué se negociará entonces?, le preguntamos los plumíferos presentes en la rueda de prensa posterior al consejo de ministros. Hay personas y hay cosas que negociar, señala la vicepresidenta.

De la Vega insiste en que el gobierno sigue trabajando en la vía policial. En el último año se ha detenido a 178 etarras. Ha sido más importante cuantitativa y cualitativamente de lo que se había hecho durante la anterior legislatura. Primera medalla. La segunda, viene marcada por la novedad. De la Vega presume de que la política antiterrorista se ha decidido en el Congreso y que será en sede parlamentaria donde se dé cuenta de los avances logrados.

¿Por qué esas prisas para aprobarlo en el Congreso? Pregunta otra plumífera. No son prisas, responde De la Vega, sino aprovechar que había un consenso parlamentario para aunar a la mayor parte posible de consenso político que será muy importante para encarara el proceso. Un consenso en el que recordamos- ha quedado fuera el PP, una fuerza política sin importancia que sólo representa a 10 millones de españoles.

¿Y hasta cuando se mantendrá ese proceso de puertas abiertas? ¿Existe algún plazo para la oferta del gobierno a los etarras?, preguntamos. No, no hay plazo, porque tampoco hay cambio responde la vicepresidenta. O sea, el proceso sigue abierto a pesar de las bombas estalladas esta mañana en Zaragoza, a las que por cierto, De la Vega se ha referido como de bombitas.

Más. Si no hay nada, ¿por qué nos pasamos el tiempo hablando sobre este tema?, pregunta otra periodista. Eso me pregunto yo y no termino de encontrar una respuesta satisfactoria, señala De la Vega. Pues en esas estamos. El Gobierno guiña al mundo etarra con un eventual proceso de paz, pero insiste en que no hay nada de nada y que ETA debe de disolverse antes de empezar a hablar. Este es el discurso de De la Vega que no coincide exactamente con el optimismo antropológico del Presidente del Gobierno.