Sr. Director:
El otro día, la curiosidad me llevó a intentar recitar un poema que me encanta: El ama, de Gabriel y Galán y, debo confesarlo: me fue prácticamente imposible.

 

Por diversos motivos, y numerosos. En primer lugar, porque no supe a quién llamar progenitor a, y a quién progenitor b. Ya lo saben, si le doy la a a quien hace de varón -que no de padre- puede enfadarse quien lo hace de mujer, por la larga historia de discriminación femenina a través de los siglos, y de injusto patriarcado.

Si le doy la a a quien hace de mujer -sea o no sea madre-, puede suceder que alguien me acuse de demasiado matriarcal, o sienta que estoy menospreciando la valía del otro, que en pocos casos podría ser padre, le guste o no: esto es, si son dos 'a' como si son dos 'b', ¿quién fecunda a quién?

Y bueno, que estoy complicando demasiado el asunto. Y eso que no he hablado de la @ en los sitios donde debiera ponerse... 

En realidad, lo peor al tratar de sustituir los términos en El am@ es -dejemos de lado ideologías y cuestiones biológicas, domésticas y sociales- el simple hecho de constatar cómo suena el poema. Si no me cree, plántese con el libro frente a sus ojos -de memoria es peor- y trate de hacerlo.

Por cierto, avíseme si lo consigue sin perder la métrica, la rima, la cadencia, la claridad, la belleza, la poesía y, en fin, la cordura

Cristina Alba Michel