Un discurso acrisolado el de Benedicto XVI, con una idea motriz que su antecesor Juan Pablo II resumiera en su famosa definición negativa de caridad: Amar es lo contrario de utilizar y que Benedicto XVI eleva ahora a vocación vital.

Remedando a Su Santidad, el único sentido que se le puede dar sentido a la vida es el amor, es decir, la donación de uno mismo, la entrega. Más definiciones de amor: un amante es aquel que prefiere ser ofendido a ofender. Y más: amor es la guerra sin violencia. La vida es lucha: la diferencia entre el bien y el mal consiste en elegir entre luchar contra los demás o contra uno mismo. Además, la valentía consiste en lo primero, no en lo segundo. Por eso la vida del cristiano se resume en esa a veces inextricable paradoja de la vida de fe: de derrota en derrota hasta la victoria final.

Y ojo, porque el documento papal está dirigido, y no es casualidad, al cardenal Stanislaw Rylko, presiente del Consejo Pontificio de Laicos. En efecto, Benedicto XVI ensalza el amor de los esposos: la relación entre el hombre y la mujer refleja el amor divino de manera completamente especial. ¿Que por qué es especial? A los que llevan años manteniendo su lealtad a su pareja no hay que explicárselo.

Eulogio López

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