Desde hace algunos años, se ha generalizado la afición (cuando no obsesión) por un buen bronceado. No es casualidad, por tanto, que los cánceres de piel hayan aumentado en paralelo a esta moda estética. Es importante saber que nuestra piel no empieza a quemarse cuando la piel se pone roja sino en el mismo momento en que nos ponemos al sol… Acabar padeciendo una quemadura dependerá del tiempo que permanezcamos bajo el sol, de la protección que nos hayamos puesto, de nuestro tipo de piel y de las circunstancias ambientales.

Es común que la gente olvide o, incluso, ignore que “ponerse al  sol implica exponernos a una forma invisible de radiación, los rayos ultravioletas, que pueden penetrar en la piel y dañar severamente las células; un daño del que el signo más evidente y precoz es la quemadura solar”, explica la doctora Lucía Gámez, dermatóloga del Hospital Quirónsalud Valencia. “El bronceado es un mecanismo de protección natural que aparece como resultado de la exposición solar.  Esto implica que el exceso de bronceado, aunque no nos quememos, tampoco es sano ya que significa que hemos estado mucho tiempo expuestos a esta forma de radiación.”

El cáncer de piel es sin duda la consecuencia más devastadora de exposición inadecuada...pero también tiene otros efectos más inmediatos y frecuentes como la aparición de manchas y arrugas entre otros

Si ya pasamos a las quemaduras, es importante destacar que, a pesar de que los síntomas agudos (enrojecimiento, calor, ampollas, despegamiento de la piel…) pasarán, “el daño a las células es permanente y pueden tener efectos graves a largo plazo”.

¿Cómo lo evitamos?

Cierto es que la exposición al sol es necesaria para el buen funcionamiento de nuestro organismo, ya que estimula la síntesis de vitamina D, que es buena para el metabolismo. Además, ayuda a favorecer algunas alteraciones de la piel y mejora nuestro estado de ánimo. Pero lo cierto es que “bastan 10 ó 15 minutos al día de recibir la luz del sol en el dorso de las manos, brazos y cara para obtener este beneficio”, explica la especialista. No olvidemos que el cáncer de piel (carcinoma y melanoma) son sin duda la consecuencia más devastadora de exposición inadecuada...pero también tiene otros efectos más inmediatos y frecuentes como la aparición de manchas (léntigos) y arrugas entre otros.

Evitar estos riesgos es realmente fácil y basta con seguir cinco consejos básicos:

  1. Hay que evitar tomar el sol entre las 11:00 y las 16:00, que es cuando los rayos UV inciden más perpendicularmente sobre la Tierra. Tampoco deberemos permanecer más de 15 minutos seguidos al sol.
  2. Hay que saber qué significan realmente los números de la clasificación de una crema solar. El factor de protección solar (SPF) representa la capacidad que tiene un fotoprotector de retrasar la aparición de lo que técnicamente llamamos 'eritema solar', es decir, ponernos rojos o quemarnos tras la exposición solar. Normalmente son de 15, 30 ó 50 SPF, y eso quiere decir que tardaremos 15, 30 ó 50 veces más tiempo en sufrir los efectos adversos del sol. Lo aconsejable es usar crema de 30 SPF como mínimo, renovar la aplicación cada dos horas y siempre después de cada baño.
  3. El sol también puede quemar los ojos, lo que se manifestará como dolor o sensación de cuerpo extraño. Demasiada luz UV puede dañarlos y causar cataratas o lo que se conoce como 'ceguera de la nieve' (daños en la córnea). Unas gafas de sol con protección UV son indispensables, teniendo en cuenta que las lentes más oscuras no son necesariamente mejores para bloquear los rayos ultravioleta, sino que dependerá de su fabricación.
  4. Sombreros y gorras son grandes aliados y actualmente hay una gran variedad de prendas especialmente pensadas para la exposición solar que ayudan a protegernos del sol.
  5. Algunos medicamentos pueden aumentar la sensibilidad al sol, como antihistamínicos, ibuprofeno, algunos antibióticos, antidepresivos, antipsicóticos y algunos fármacos para bajar el colesterol. Si se está medicando, lo mejor es consultar con el farmacéutico antes de exponerse al sol.

Cómo tratar una quemadura

Si no se aplican correctamente estos consejos, es probable que se acabe luciendo una buena quemadura solar. En ese caso, la Dra. Gámez nos recomienda seguir estas pautas:

  • Dese un baño o ducha de agua fría, tras lo cual también puede colocarse paños húmedos sobre la zona afectada.
  • Si no tiene ampollas, aplíquese una crema humectante para aliviar los síntomas. Descarte las cremas fabricadas con base de aceite, ya que bloquean los poros y la sudoración y empeoran la quemadura.
  • Si tiene ampollas, no toque ni arranque nunca su capa superior. Un vendaje seco puede ayudar a prevenir infecciones.
  • Las cremas con vitaminas C y E pueden ayudar a reducir los daños en las células de la piel.
  • Hay que beber mucha agua y usar ropa holgada y de algodón.
  • Es muy importante “si nos sentimos mareados, con náuseas, dolor en los ojos y con el pulso/respiración acelerados, acudir al médico rápidamente”.