A 48 horas para la celebración del Comité Federal del PSOE de este sábado, 23 de julio, Pedro Sánchez está más débil que nunca, y como hemos sostenido en Hispanidad, el presidente sigue su ya habitual estrategia. La cosa se ha puesto muy fea, abucheos, la economía no marcha, las encuestas le dan una derrota asegurada, el batacazo de las andaluzas y las constantes guerras internas entre el Gobierno de coalición, complican la presidencia de Sánchez. 

Con el panorama bastante negro, Pedro comienza su frecuente huida hacia adelante: reordena la cúpula del partido, después será el turno de su gobierno: la última gran escabechina fue hace apenas un año, y vuelta a empezar, porque él no es culpable de nada. 

Así, en su primer paso, reordenar la cúpula del PSOE, ha nombrado a la ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero, como nueva vicesecretaria general del partido, convirtiéndose en la número dos del partido tras el cese o dimisión de Adriana Lastra. A diferencia de Lastra, Marisu no tendrá la portavocía del partido, una verdadera pena, Lastra tenía delegada la función de portavoz a Felipe Sicilia, que tampoco seguirá. Sicilia es sustituido por la Ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría. Otra cabeza que ha rodado es la del portavoz del grupo parlamentario en el Congreso, Héctor Gómez, que es sustituido por el histórico Patxi López, un auténtico corcho que siempre flota a la sombra del líder de turno socialista. Parece que las rencillas de López y Sánchez cuando se disputaban la presidencia del PSOE han quedado atrás. Del "Vamos a ver, Pedro, ¿sabes lo que es una nación?", de Patxi a Sánchez, a fundirse en un abrazo y agradecerle a López que él acabó con ETA. La política hace extraños compañeros de cama. 

Marisu tampoco asumirá la relación directa con los territorios, que dependerá de la Secretaría de Organización, que dirige Santos Cerdán. Mucho se ha hablado de su enemistad e incompatibilidad con Adriana Lastra. En su particular guerra, Cerdán salía victorioso, y los rumores sobre su cese no tardaban en aparecer, aunque, al menos por ahora y hasta el sábado, continuará como secretario de Organización del PSOE. 

El polifacético ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, sale reforzado de esta escabechina, se hará cargo del puesto que deja vacante Patxi López en la ejecutiva del PSOE, como responsable de Memoria Democrática y Laicidad. Eva Granados se salva y seguirá ejerciendo las funciones de portavoz en el Senado. Además, Pedro se enroca en Moncloa, y forma una dirección paralela en forma de comité de dirección con perfiles como el de su jefe de gabinete Óscar López, se trataría de un grupo de la confianza del presidente que se encargará de la toma de decisiones, fijar la estrategia electoral, los mensajes políticos y la reorganización del Gobierno. Este sería el segundo paso de su plan, que se espera en septiembre, en la pugna: Grande-Marlaska, Robles, Calviño o Albares, los cuales, por ahora, no han sido ni mencionados por Sánchez para un posible puesto de confianza dentro del PSOE, y está por ver si seguirán en sus puestos en el Gobierno a partir de septiembre. 

Con esta reorganización, Sánchez quiere un enfoque estadista, se rodea de históricos en un intento desesperado de convencer a las bases socialistas y felipistas y a los votantes que empiezan a olerse que el sanchismo es una ruina de proporciones históricas.