Decenas de mujeres se manifestaban frente al Ministerio de Justicia en Madrid para rechazar la propuesta de la reforma de la ley del solo sí es sí registrada en febrero, en solitario, por el PSOE. .

Las seguidoras de Irene pedían dejar la ley como está, pese a las numerosas rebajas de condenas y excarcelaciones que la norma ha traído. Denunciaban que con la reforma se regresa el marco penal anterior, y que se elimina el corazón y sentido de la norma: el consentimiento. Este ha sido el eje principal del debate, el libre consentimiento de la mujer para mantener relaciones sexuales: como si alguna ley hubiera puesto en duda la libertad de la mujer para mantener relaciones sexuales. 

Pero sin sorpresas, y según lo vaticinado, el PSOE ha sacado adelante su reforma con el apoyo del PP, la cual la próxima semana será aprobada por el Senado. Una clara derrota para la Ministra de Igualdad, con 233 votos a favor y 59 en contra. Montero sólo ha contado con el apoyo de su propio partido, el de ERC y el de EH Bildu.

El ambiente en el Congreso era entre fúnebre y vergonzoso. Por un lado el PSOE, que intentaba aguantar el tipo ante un fracaso de ley que supone un duro golpe para la coalición. Cuando se ha aprobado la reforma no han aplaudido, lo cual sí ha hecho la bancada popular. Las únicas ministras socialistas presentes en la Cámara Baja, María Jesús Montero y Pilar Llop, intentaban sobrellevar la situación, y a la portavoz de Igualdad del PSOE, Andrea Fernández, le tocaba el peor papel: subir a la tribuna y dar la cara. 

Fernández ha intentado centrar su discurso en restar importancia al hecho de que hayan pactado con la oposición, con los nada feministas del PP: “Solo hemos compartido enmiendas técnicas”, echándoles el cara que sacaran "rédito de un tema tan sensible".

Además ha defendido que la reforma blinda el consentimiento y ha intentado echar balones fuera y reprochar a sus socios morados el "ruido" en el proceso de tramitación". “Lamento ver a grupos más centrados en sus relatos que en construir una buena ley”, “Más argumentos y menos ruido”, alegando la falta de "responsablidad" del resto de formaciones políticas. 

Con gesto serio y al borde del llanto, Irene Montero, que ha criticado que sus socios pacten con el PP una reforma que la desautoriza, cambia su ley y supone "un retroceso" para las mujeres. Una ley que costó "muchos años de movilizaciones" para "volver a escuchar" que el consentimiento "siempre estuvo en el centro". La ministra reconoce que "es un día triste", su día "más difícil" en el Parlamento. 

Y razón no le falta, Podemos ha caído en el más absoluto ridículo. Su ideólogo Pablo Iglesias entregó la formación a Yolanda Díaz, quien ha roto con ellos y los sorpassa según las encuestas. La popularidad del partido y su intención de voto sólo bajan. Y encima, sus socios de Gobierno les ningunean reformando una de sus leyes estrella aprobada hace apenas unos meses. Pese a todo esto, no rompen la coalición, siguen aguantando lo que sea para permanecer en el sillón. Al partido le queda poca dignidad y la cara de Montero hoy en el Parlamento es reflejo de ello. 

¿Y Pedro Sánchez? En Doñana, así que no votó la ley.