Semana grande a que comienza en este lunes 21 de julio, la semana de Santiago Apóstol, patrón de España, cuya festividad ya sólo se celebraba en Galicia, Madrid y poco más. Sintoma a tener en cuenta. Quizás por eso, porque se trata del patrón de España y el Sanchismo no necesita patronos sino dirigentes... democráticos, por supuesto.

De entrada, el presidente del Gobierno, quemado en las calles de España y chantajeado en la carrera de San Jerónimo, huye a Chile, donde el presidente Gabriel Boric ha convocado un nuevo aquelarre progre hijo de los BRICS, que capitanea (o eso piensa él) el brasileño vengativo, presidente Lula de Silva, cuya última hazaña, además de interferir en el grupo Telefónica, es capitanear, con Sánchez como entusiasta seguidor, una campaña de perversión de Hispanoamérica, consistente en alienar a todo el mundo hispanoamericano con los BRICS (China, India, Rusia, etc), que no capitanea él sino el chino Xi Jinping. Y es que Sánchez tendrá que elegir: o está con el Occidente cristiano, con el mundo libre de origen cristiano, o está con el Oriente de origen marxista y cada día más tiránico.

Desde la teología de la Liberación, no vivía la Hispanidad un proceso tan brutal de conversión hacia la tiranía, naturalmente en nombre de la democracia. Ahora, en Chile, Sánchez podrá exponer y extender los pasos de esa perversión en su habitual tono de tengo que acabar con la libertad y con la Iglesia católica (sí, su principal enemigo) para reforzar la democracia, que está en peligro, ¡oh sí!

Lula-Sánchez: reunión de logia en Santiago de Chile, con presencia del colombiano Petro, el chileno Boric, el uruguayo Orsi... sólo faltan Claudia Sheinbaum, Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Raúl Castro. Aseguran que la democracia está en peligro. Para salvarla, es necesario el liberticidio y la cristofobia

En la tenida chilena, convocado por el  progre-presidente chileno Gabriel Boric, no falta casi nadie: está el colombiano Gustavo Petro, uno de nuestros peores ciudadanos, el uruguayo Orsi... sólo faltan Claudia Sheinbaum y los que ya no pasan por demócratas ni con abrillantador, Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Raúl Castro. Todos aseguran que la democracia está en peligro. Para salvarla, es necesario el liberticidio y, repito, la cristofobia.

Mientras, en paralelo, en España, el proceso liberticida resulta igualmente peligroso: En el Congreso, con Sánchez en Hispanoamérica, a partir del martes 22, Sánchez intentará expulsar del congreso a periodistas incómodos, oficializar la expropiación de fincas rústicas y acabar con la independencia judicial (Ley Bolaños). De postre, Yolandísima dará la pelma con su reducción de jornada laboral.

A todo esto, Pedro Sánchez se queda sin apoyos para la Ley Bolaños y para la reducción de la jornada laboral, porque la vanidad inconmensurable de Carles Puigdemont, un hombre que ya no cree ni tan siquiera en la independencia de Cataluña, que sólo cree en sí mismo, le hacen poner en solfa hasta a su mejor colaborador. Pero desengáñense: ni comunistas ni separatistas ni chifladas del tipo Ione Belarra, pueden prescindir de Sánchez: ¿con quién iban a conseguir tanto como con él?

Esperemos que Sánchez también se quede sin votos para los otras dos normas que intenta promulgar desde el Congreso, aún más liberticidas: que sea el Gobierno quien decida quién es periodista y quién no y que el Gobierno quien decida quién puede ser juez y quién no. Ambas, obra de esa maravilla de demócrata llamado Félix Bolaños, más conocido en Moncloa como El Bolas, titular del Ministerio de la Presidencia y del Ministerio de Justicia, todo a un tiempo. Hoy es el verdugo posible de jueces y periodistas. En este último caso, con el triste apoyo de las asociaciones de la prensa.