Cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en el país africano. El majadero de Lula da Silva intenta destruir Occidente desde Occidente. Clama para alejar a Estados Unidos del liderazgo mundial y crear un mundo multipolar. Y lo dice delante de los dos tiranos del universo, los más miserable de todo: el tirano chino Xi Jinping y el tirano indio Narendra Modi.

Porque lo malo de los nuevos BRICS no es que pretendan desterrar al dólar como moneda de cambio global y fomentar las transacciones económicas en otras divisas. Eso estaría muy bien y porque así se enfrentaría la caradura de la primera potencia del mundo, que se permite el lujo de mantener una deuda que no se admite a países más pobres.

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Ahora bien, el enloquecido Lula sabe, o debería saber, que la económica siempre está ligada a la política y que alguna alianza económica con el Oriente comunista -China e India- conlleva, de forma inexorable, una ligazón política malsana. Y aunque nos caiga gorda la prepotencia yanqui, resulta que Estados Unidos es tierra de hombres libres, al menos todavía, mientras China e India son tierras de esclavos.

Y así, en esa cumbre nefasta, en su reunión de Johannesburgo, el majadero brasileño ya ha admitido en los BRICS a nuevos países, todos ellos demócratas consolidados, tan recomendables como Irán y Arabia Saudí, a los que se añaden Egipto, Argentina, Etiopía y Emiratos Árabes. Los últimos, países de libertad media, siempre podrán ayudar a blanquear a los déspotas de China e India, muchos peores que Rusia, o al terrorismo chiita de Irán y al terrorismo sunita de Arabia.

¡Grande eres, Lula!