En Nicaragua, la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo eleva la persecución a la Iglesia católica y se atreve a retar al Papa. Y es que ha disuelto a los jesuitas (la orden religiosa a la que perteneció Francisco antes de ser nombrado obispo en Argentina) y también ha confiscado sus bienes, como informan Religión en Libertad y Aciprensa.

El presidente y líder sandinista, y su esposa y vicepresidenta, dan así un salto cualitativo en sus ataques a la Compañía de Jesús, después de que la semana pasada decidieran expropiar todos los bienes y cuentas bancarias de la Universidad Centroamericana (UCA) de Managua... tras acusarla de “terrorismo”. Además, hace unos días, la policía y fiscales de la dictadura desalojaron a seis jesuitas de su vivienda en Managua, a pesar de presentar evidencia de propiedad, como recogió Aciprensa.

Este mismo medio ha referido que, según el acuerdo ministerial 105-2023-OSFL, publicado este 23 de agosto en La Gaceta, diario oficial del régimen, la ministra de Gobernación, María Amelia Coronel Kinloch, aprobó “la cancelación de personalidad jurídica de la Asociación Compañía de Jesús de Nicaragua, por incumplimientos a las leyes”. Asimismo, en relación al destino de los bienes muebles e inmuebles, el documento indicaba que la Procuraduría General realizará el “traspaso de estos a nombre del Estado de Nicaragua”.

Desde la Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús se ha respondido con un comunicado, señalando que “continúa la agresión injustificada contra los jesuitas en un contexto de total indefensión y de aterrorizamiento a la población nicaragüense”. Asimismo, piden a la pareja presidencial, que: cese la represión; acepte la búsqueda de una solución racional en la que impere la verdad, la justicia, el diálogo, el respeto de los Derechos humanos, el estado de derecho; y respete la libertad y total integridad de los jesuitas y las personas que colaboran con ellos o con las que ellos colaboran.

Al momento de la realización de este artículo aún no había habido reacción por parte del papa Francisco ni del Vaticano. Eso sí, no hay que olvidar que los crecientes ataques a los jesuitas constituyen más muestras de la persecución de la dictadura nicaragüense a los católicos y entre cuyos últimos ejemplos también está el de negar la entrada al país de dos sacerdotes que volvían de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) celebrada en Lisboa.