Miles de personas han salido a la calle en Francia para protestar contra la reforma de las pensiones que el presidente del Gobierno, Emmanuel Macron, ha aprobado por decreto y sin voto en la Asamblea Nacional, ante la falta de una mayoría clara. Ya son más de 300 personas detenidas, y es que Francia sigue en pie de guerra.

El ambiente se caldeaba, aún más, después de que Macron se librara por la mínima de dos monciones de censura. La reforma de las pensiones puede costarle la legislatura a Macron, algo que en España ni se plantea con la reforma de Sánchez y Escrivá. Pero claro, es que Macron endurece las pensiones mientras Sánchez presume de ablandarlas. El problema es que el presidente francés tiene razón mientras Sánchez está jugando a mantenerse en el poder hasta el desprecio.

Es verdad que los franceses se jubilan a los 62 y no quieren jubilarse a los 64 mientras los españoles nos jubilamos a los 65 y camino de los 67. Pero también es verdad que los años de cotización exigible en Francia superan en seis a los que se exige en España para una pensión contributiva, además de muchas otras diferencias fundamentales para la supervivencia del sistema: por ejemplo, la población francesa está menos envejecida que la española. 

A Sánchez y Escrivá se le complicaron las cosas la pasada semana, cuando la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), que preside Cristina Herreroemitía un informe donde echaba abajo la reforma de las pensiones del Gobierno. La AIReF concluye que la reforma de Moncloa no asegura su sostenibilidad y que el déficit de la Seguridad Social aumentará.

Y, mientras Sánchez y Escrivá pasan de lo que la AIReF advierte, Macron insiste en el mismo punto que la Autoridad Independiente: 

"Debemos invertir en nuestros servicios públicos, en nuestras escuelas, en nuestra sanidad. No coger ese dinero y destinarlo a pensiones. La fórmula mágica de todos los que se oponen a esta reforma, es el déficit. Pero, ¿qué es el déficit? Significa que están diciendo que pagen sus hijos, porque hoy se niegan a decidir con claridad y valentía. No quieren ver la realidad, esta reforma no es un lujo, no es un placer, es una necesidad para el país".

Para entendernos, esa "fórmula mágica" a la que se refiere Macron, esa que significa déficit y que "paguen sus hijos", es la que ponen en marcha Sánchez y Escrivá.