Quizás lo más sonado en Francia esta semana son las imágenes de la 'peleílla de enamorados' del presidente, Emmanuel Macron, y la primera dama, Brigitte. 

Este "momento de complicidad", según el Elíseo no ha detenido la agenda parlamentaria del país, que se encuentra inmerso en pleno debate por la aprobación de la eutanasia. Macron, empeñado en que saliera adelante, amenazaba con referéndum popular si la Asamblea bloqueaba la iniciativa. Emmanuel quiere aprobar la eutanasia, es muy progresista, así que si lo bloqueaban recurriría a los franceses, a los que ya se encargará de convencer de que la eutanasia es querida y necesaria. Es más, según los sondeos, un 70% de los ciudadanos galos votaría a favor.

 

La tensión llegó porque muchos diputados consideran que la norma es "profundamente desequilibrada" a favor de la eutanasia frente a los paliativos. Además, se teme por la libertad de los médicos que puedan verse obligados a practicar eutanasias.

Pero insistimos, la cultura de la muerte está vista hoy día como símbolo de progreso. La propia Francia aprobó considerar el aborto como un derecho en la Constitución, por lo que sus políticos no pueden parecer de extrema derecha, así que se han apresurado en ponerse de acuerdo... faltaría más.

Así, la Asamblea Nacional francesa ha aprobado el martes en primera lectura la creación de un "derecho a la muerte asistida", con 305 votos a favor y 199 en contra. Se trata de dos textos, uno que busa generalizar el acceso a los cuidados paliativos y otro que autoriza una ayuda activa a morir. Cada grupo permitió a sus miembros la libertad de votar sobre el tema.

El contenido de la medida limita el acceso a pacientes graves o incurables en fase avanzada de su enfermedad, que padezcan sufrimientos insoportables y puedan expresar su voluntad libremente en el mismo día de su aplicación. Aunque ya sabemos que con la eutanasia se empieza con casos muy extremos y se acaba aplicando al más débil y sin consentimiento.

El documento también establece que los pacientes deben administrarse a sí mismos la sustancia letal (facilitada por un profesional médico), salvo que tengan una imposibilidad de hacerlo, en cuyo caso sería un profesional sanitario.

¿Lo mejor de todo? Las palabras "suicidio asistido" y "eutanasia" han sido eliminadas del texto por sus connotaciones negativas. El primer ministro francés, François Bayrou, se ha mostrado reacio a apoyar la medida, ha afirmado sus dudas sobre el texto, afirmando que se "abstendría" en esta etapa.

"¿Acaso soy solo una carga? Es lo que he sentí cuando supe de esta ley", se preguntaba otra joven en la manifestación. La convocante era Magali Jeanteur, una médico cuyo marido sufre síndrome de enclaustramiento

Si el texto fuera finalmente adoptado, Francia se convertiría en el octavo país europeo en legalizar la muerte asistida.

Sobre el tema se ha pronunciado el escritor e inversor ateo Alain Minc. Este pasado sábado se manifestaron en los Inválidos de París centenares de personas discapacitadas para protestar por el texto, "Esta ley es como una pistola cargada en mi mesilla de noche para que ponga fin a mis días el día en que me diga a mí misma que soy una carga demasiado pesada para mis familiares, o el día en que la sociedad me diga que salgo demasiado cara", aseguraba una enferma de Parkison, en declaraciones a Le Figaro.

"¿Acaso soy solo una carga? Es lo que he sentí cuando supe de esta ley", se preguntaba otra joven en la manifestación. La convocante era Magali Jeanteur, una médico cuyo marido sufre síndrome de enclaustramiento, "millones de personas, incluidas aquellas con enfermedades crónicas", están en riesgo de muerte por una ley que las aboca a desear morir, por lo que pide a los legisladores "un examen de conciencia" antes de emitir su voto.

"Nuestra vida es difícil y hay días en los que uno puede sentir la tentación de tirar la toalla. Y ese día, si la ayuda a morir es más fácil que las ayudas para vivir que se nos ofrecen, es de temer que muchos sentirán la tentación de poner fin a sus días". Por eso considera que la norma es "muy violenta con las personas discapacitadas".

Minc se unió a las protestas: "Estoy convencido de que el 'derecho a morir' que quieren aprobar algunos diputados se convertirá pronto para la mayoría en un 'deber de morir'... En los ambientes más desfavorecidos, habrá personas que pensarán que hacen un favor a sus seres queridos pidiendo que se acelere su muerte. El peligro es real. Esto me hace ser tajante en este tema".

Asimismo, considera que legalizar la eutanasia es "abrir la caja de Pandora", porque "habrá una extensión progresiva" de las causas aceptadas, "cada vez con mayor permisividad", y el propio debate parlamentario de la norma "demuestra que casi todas las barreras han caído una a una": "Es la concesión a los médicos de un derecho de matar".

Al ser preguntado por si "se ha convertido", al compartir el punto de vista con los "creyentes", aseguró que "en absoluto", porque es una cuestión que va "más allá de la dicotomía conservador/progresista o católico/ateo... Se puede estar contra la ley por razones que no tienen nada que ver con la ética religiosa, como es mi caso".

Sobre el tema se ha pronunciado el escritor e inversor ateo Alain Minc: "Es la concesión a los médicos de un derecho de matar" "La masonería es un participante activo en este combate, lo dirige explícitamente"

"Yo defiendo la equidad y la igualdad ante la muerte, sea cual sea la situación económica", afirma, y quienes impulsan la eutanasia van a convertir en sus principales víctimas a quienes, por tener menos recursos, van a acudir a esa opción: "Esta ley está hecha para Saint-Germain-des-Prés [elegante barrio parisino], para personas con estudios, dueños de su destino y de su mente, personas sin ningún problema material, que leen periódicos y toman decisiones libres".

"La masonería es un participante activo en este combate, lo dirige explícitamente".