Lo explicaba en Hispanidad Rocío Orizaola. La prensa progre española trata de blanquear la imagen del nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, antiguo guerrillero del M-19. Tanto es así, que el perdedor de las elecciones colombianas, por la mínima, Rodolfo Hernández, era "el populista", mientras que Petro, miembro del M-19, grupo acusado de terrorismo, narcotráfico y otras lindezas, se quedaba en candidato de la izquierda o bien progresista. Es más, Petro parecía acicalado, hablando, muy despacio, de la nueva Colombia, del cambio necesario, un hombre que dialoga con Blinken, el secretario de Estado de 'Yayoyou' Biden, o con el propio Biden, frente a un Hernández que le propinaba una bofetada a un demócrata. Es decir, la imagen que se pretendía lanzar es la de un exterrorista moderado frente a un empresario radical y extremista. ¿Lo cogen?

Por cierto, el M-19 era lo más parecido a la ETA. Dejó de asesinar pero nunca se arrepintió, sólo se politizó. Ya saben, los mismos fines por distintos métodos... sobre todo porque cuando la izquierda toma el fusil siempre se encuentra con una derecha... dispuesta a coger otro fusil. Es entonces cuando la progresía se vuelve demócrata y pacífica.

El M-19 era lo más parecido a la ETA. Dejó de asesinar pero nunca se arrepintió, sólo se politizó

El asunto de fondo es más grave y se extiende por toda Iberoamérica. Es decir, que Hispanoamérica está en peligro. Tras la teología de la liberación, llega a Hispanoamérica el marxismo de género e indigenista... que parece peor.

Si lo prefieren, la corriente iberoamericana puede definirse como marxismo-trashumanista y estaría formado por Colombia (Petro), México (AMLO), Venezuela (Maduro), Chile (Boric), Argentina (Fernández), Perú (Castillo), Nicaragua (Ortega)... y pronto, a lo mejor, Brasil (Lula). 

Se trata, además, de un marxismo indigenista que berrea contra la madre patria, a la que tilda de genocida.

El asunto es grave, porque el virus se expande desde Río Grande hasta la Patagonia. Lo que caracteriza a la Hispanidad es su fe cristiana y su sacralización de la persona, porque es entendida como hijo de Dios. 

Ni que decir tiene que el principal enemigo del nuevo marxismo iberoamericano es el mismo de siempre: la Iglesia

Ni que decir tiene que el principal enemigo del nuevo marxismo iberoamericano es el mismo de siempre: la Iglesia. Sí, Cristo era el enemigo de una teología de la liberación que, financiada desde Alemania, cómo no, pretendía convertir el cristianismo en lucha de clases: ahora se trata de una herejía más profunda, que ha prescindido de Dios para divinizar al hombre. Bueno, al hombre progresista.

Sí, Hispanoamérica está en peligro, como siempre que se ha alejado de la Hispanidad. Y el hecho de que España también esté en peligro, pues, oiga, es triste consuelo. Y está en peligro por exactamente lo mismo: por alejarse de Cristo, porque la Hispanidad sin Cristo no tiene sentido alguno.