La pasada semana se celebraba la primera vuelta de las elecciones legislativas en Francia, y decíamos en Hispanidad que la mayoría absoluta no estaba asegurada para Macron. Y ayer, 19 de junio, se celebró la segunda vuelta y se confirmó: los franceses eligieron a Macron como presidente, pero no están convecidos y quieren ponérselo difícil para gobernar. 

Así, el Ministerio del Interior ha anunciado los resultados oficiales: la coalición Ensemble! del actual presidente Emmanuel Macron obtuvo el 237 escaños, lejos de los 289 necesarios para la mayoría absoluta. Mientras que la Nueva Unión Popular Ecologista y Social (Nupes) de Jean-Luc Mélenchon sacó 130 diputados, y gobernará una oposición de extrema izquierda populista. Agrupación Nacional, de Marine Le Pen, quedó en tercer lugar con el 89 escaños, y consigue grupo propio en la Asamblea, la líder del partido ha prometido “una oposición firme” pero “responsable” y “respetuosa de las instituciones”.

Por su lado, el partido socialista francés queda desaparecido en la coalición de Mélenchon, y los Republicanos, la derecha tradicional consiguen 63 escaños, y el resto de grupos minoritarios suman 47 representantes.

Así que Macron no cuenta con la cómoda mayoría parlamentaria de la que disfrutó la última legislatura, y no parece que Le Pen y Mélenchon vayan a ponérselo fácil. En cualquier caso, estos resultados suponen un duro golpe para Macron, pierde más de un centenar de escaños, pasando de los 359 asientos que tenía a 237, y se encuentra con una Francia ingobernales, con un Parlamento hostil y dividido en tres bloques. Los franceses mandan un mensaje claro a Macron, estará cinco años más en el Eliseo pero el personal le desprecia bastante. Y más, que un presidente recien reelegido solo tenga mayoría relativa es algo que pocas veces ha pasado. 

Y el neocomunismo sigue creciendo en Europa, pero disfrazados de demócratas, así, se llama como izquierda demócrata a lo que es comunismo puro y duro, Mélenchon se convierte en líder de la oposición. Y para continuar, Marine Le Pen, derecha pagana por naturaleza, queda tercera identificada como ultra. Ya hemos dicho que el significado más venenoso del triunfo de Macron consiste en que ha conseguido que todo lo que suene a católico (aunque Le Pen no lo es) se identifique con lo ultra, con el extremismo, la radicalidad y, en último término, con el fascismo.

Sigamos: la abstención supera el 54%, que en unas legislativas es bastante, los franceses parecen estar desencantados y no encuentran su lugar. Con los resultados, Europa sigue siendo progre, o sea, continúa siendo cristianófoba, porque ninguna de las tres grandes formaciones representan la Europa cristina, pero la abstención es preocupante, y mucho.