El Gobierno de Hong Kong, dominado por la dictadura comunista china, acaba de aprobar una nueva ley de Seguridad que contempla penas de hasta 14 años de cárcel para aquellos sacerdotes que, habiendo conocido en confesión algún delito de "traición" (a la patria se supone), no lo denuncien ante las autoridades. 

El delito se extiende a todas aquellas personas que no denuncien delitos similares, en el caso de que los conozcan. 

En declaraciones a LifeSiteNews, Benedict Rogers, cofundador y director ejecutivo del grupo de defensa de derechos humanos Hong Kong Watch, lamentó que en Hong Kong “la libertad de expresión, asociación y reunión ha sido destrozada; la libertad de prensa ha sido pisoteada; la libertad académica gravemente socavada; y cada vez más, la libertad de religión o de creencias está amenazada de manera insidiosa”.

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Es más: según Rogers, esta nueva ley de seguridad  “es incluso más draconiana que la Ley de Seguridad Nacional (NSL) impuesta por Beijing a Hong Kong en 2020”.

Por su parte, un sacerdote (que desea mantenerse en el anonimato por seguridad) declaró a LifeSiteNews que la nueva norma consigue "un efecto paralizador a los católicos, en el sentido de que no se atreverían a ser completamente abiertos en sus confesiones por temor a poner en peligro también al sacerdote”.

Cabe recordar que en 2019 tuvieron lugar en Hong Kong protestas y revueltas ciudadanas contra la dictadura china, que resultaron en la detención de unas 10.500 personas. Uno de ellos fue el empresario católico Jimmy Lay, de 76 años, cuyo juicio está actualmente en curso.

También ha sido reprimido el cardenal Joseph Zen, obispo Emérito de Hong Kong (92 años), que afronta un proceso judicial por presuntos vínculos con un fondo que ayudaba a las personas que se manifestaron a favor de la democracia. 

Y también cabe recordar que un sacerdote que viole el secreto de confesión es excomulgado automáticamente. 

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